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Su Obsesión Oscura

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Hombre Lobo

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Introduction

Evangeline Rose es una omega sin recuerdos de su pasado. Huérfana desde muy joven, fue acogida por el Alfa de la manada Silver Mountain. Agradecida por su vida y por todo lo que tiene, mantiene sus anhelos en secreto. Pero, ¿qué ocurrirá cuando alcance la mayoría de edad y su vida sea destruida por aquellos a los que aprecia? Cuando salen a la luz verdades que le rompen el corazón, se ve obligada a caer en las garras de una bestia: un príncipe alfa conocido por ser despiadado, peligroso y cruel. Un destino del que intenta escapar, pero en el que se encuentra atrapada sin solución a la vista. Con pesadillas recurrentes que perturban sus noches comienzan a aumentar, presagiando una verdad aterradora, Evangeline necesita llegar al fondo de lo que sea que está plagando su vida antes de que la alcance. Un príncipe de las tinieblas y una huérfana omega son mundos separados, pero destinados a chocarse. Cuando secretos, mentiras y una maldición olvidada entran en juego, se ven obligados a embarcarse en un viaje lleno de pasión, odio y tentación. Mezclada con una unión forzada, viejas llamas y manipulación, Evangeline se ve inmersa en un juego más grande que ella. ¿Será capaz de salir adelante o sucumbirá a los que la rodean?
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Chapter 1

Narradora: Evangeline.

Se supone que el decimoctavo cumpleaños de todo licántropo debe ser un día muy importante. Por eso, esperaba que anoche fuera inolvidable. No obstante, mis opciones eran limitadas debido a que soy la más débil de la manada, y después de ayer, las cosas empeoraron.

Soy una omega, la especie que se encuentra en la posición más baja de la cadena alimenticia. En pocas palabras, soy una presa, una insignificante.

Siendo así, solo sirvo para dos cosas: portar lobeznos en mi vientre o ser el juguete de un lobo que me desee. No esperaba menos, pues se sabe que estamos destinados a ser mansos, sumisos y, sobre todo, obedientes.

"Feliz cumpleaños, mi vida", la abuela Philomena me felicita a la par que coloca un hermoso pastel frente a mí, el mismo estaba decorado de fondant negro con rosas rojas de glaseado comestible.

Las velas encendidas sobre el pastel bailan ante mis ojos, desdibujándose en puntos brillantes mientras lo observo. Se supone que debo alegrarme por tal evento en mi vida, sin embargo, no me siento feliz…

Aunque debí transformarme anoche, no lo hice…

Me esperaba todo menos esto. A pesar de que me puse bajo la luna, nada sucedió, ni siquiera sentí alguna presencia... Estaba devastada, ya que una omega sin loba es una completa inútil. No sobreviviría si un alfa intentase anudar conmigo y tampoco sería capaz de embarazarme.

Dado que perdí mis recuerdos del pasado, el alfa Aeron sugirió la posibilidad de que me había equivocado de fecha de nacimiento… No obstante, recuerdo que mi abuela Philomena me había llevado al oráculo hace unos años para determinar mi edad, y tengo la certeza de que ella no se equivocaría.

Sin importar lo alterada que me hallaba, me limité a sonreír y asentir ante el alfa. Sabía muy bien que nadie más creería esa teoría, pues no soy más que un fracaso. Apuesto a que se arrepienten de haberme acogido.

Anoche, lo que más me dolió fue la decepción que atisbé en el rostro de Sinclair cuando se enteró de que no me transformé, solo se dio la vuelta y se fue en silencio, aunque no lo culpo. Él es el hijo del alfa y el hombre que me gusta. Hace unos días, me llevó a comprar el vestido que tengo puesto ahora, pero toda la emoción fue en vano.

  

Pese a que me encuentro abrumada por miles de emociones y pensamientos, el canto distante de «feliz cumpleaños» en una habitación llena de falsos amigos resuena en mis oídos. Sea como sea, no sería correcto ignorarlo por completo, ya que fue la abuela Philomena quien me organizó la fiesta. Tengo que demostrarle que estoy agradecida.

"Ya tienes dieciocho años. ¡Felicidades, Evangeline! Ten, corta el pastel", alguien me indica a la vez que me pasa un cuchillo, y yo solo se lo agradezco de forma automática.

No es una gran celebración, ya que la abuela Philomena invitó a pocas personas, aun así, se siente como si hubiera demasiada gente. No me extraña, después de todo, es la primera fiesta que me preparan.

Me sorprende que no la hayan cancelado, siendo que nunca obtuve a mi loba, pero, desde luego, supongo que era demasiado tarde para retractarse.

De pronto, mis ojos recorren el vasto espacio, buscando al hombre que anhelo. «¿Dónde estás, Sinclair? Prometiste que ibas a venir...».

Tengo miedo de que se haya enojado conmigo debido a que nunca obtuve a mi loba… Aún me duele que solo se haya ido sin decir nada después de haberse enterado.

Por lo general, para celebrar mi cumpleaños, el alfa Aeron, Sinclair y la abuela Philomena me dan un regalo y cenamos juntos. Son detalles que aprecio demasiado, en especial, porque el alfa Aeron siempre saca tiempo para mí a pesar de que es un hombre ocupado que lidera una de las mandas más poderosas del país.

"Aquí tienes, querida", la abuela Philomena sonríe de forma cariñosa a la par que me proporciona un bocado de pastel.

"Gracias, abuela Philomena", sonrío antes de comer lo que me ofrece.

El pastel es de chocolate, mi sabor favorito.

"Sonríe, mi niña", ella murmura y me da un abrazo.

¿Acaso no estoy actuando normal? Por supuesto, ella no quiere que me vea tan miserable enfrente de los invitados. Qué malagradecida soy… Pese a que me organizó una fiesta con tanto esmero, solo me lo he pasado desanimada.

Echo un vistazo a mi alrededor y sonrío con sutileza, aunque por dentro me sigo sintiendo sumamente inquieta. Hasta me regaño a mí misma por haber defraudado a la abuela Philomena.

Me encuentro en una sala llena de personas que saben que no encajo con ellos. Todas las mujeres presentes son licántropas de clasificaciones dignas, mientras que yo soy una simple omega. Es obvio que no tendrían ganas de asistir, solo vinieron porque desean ver a Sinclair o pasar tiempo con él.

De nuevo, examino la habitación para buscarlo y mi corazón da un vuelco al pensar en él.

¿Por qué aún no ha llegado?

Si bien soy diferente a los demás, no suelo dejar que algo así me afecte.

"Ve a conversar con los demás", me incita la abuela Philomena, y yo le hago caso.

Entonces, tomo una gran bocanada de aire antes de dirigirme a los invitados. Conforme me voy mezclando entre la multitud, voy agradeciendo a la gente por su asistencia y por sus regalos, a lo que ellos me tratan de manera agradable debido a que la abuela Philomena nos observa.

Al cabo de un rato, me acerco a la mesa de refrigerios y me sirvo una refrescante bebida helada, aprovechando que la abuela salió de la habitación. No puedo creer que Sinclair no esté aquí... ¡Me lo había prometido!

"Evangeline". Tras escuchar mi nombre, me giro hacia un grupo de licántropas que se acaban de acercar. Todas son mayores que yo, tienen un poco más de veinte años y, por suerte, no son parte de las chicas que suelen intimidarme.

A lo lejos, veo que Celia se encuentra charlando con entusiasmo al otro lado de la habitación o, más bien, presumiendo ante los demás, cosa que es muy propio de ella dado que es una licántropa de alto rango.

Me aparto un poco de la mesa, con la esperanza de que tuvieran intenciones de servirse comida en lugar de empezar una charla casual conmigo. "Hola", respondo y les sonrió de manera cortés. Como dos de ellas son descendientes de alfas, les dedico una reverencia para mostrar mi respeto.

  

"¿Dónde está Sinclair?", pregunta una de las mujeres a la par que se sirve un trago, a lo que yo tomo un sorbo de mi bebida rápidamente.

"Lo lamento, pero desconozco dónde se encuentra", replico y miro a mi alrededor.

Las otras dos chicas hacen una mueca y niegan con la cabeza. "¿Podrías llamarlo? En verdad esperábamos que estuviera aquí". Mis manos comienzan a temblar con nerviosismo y mis ojos se mueven de forma agitada.

Lo sabía, nadie vino a la fiesta por mí, sino por él. Ahora, siento que estoy haciéndoles perder el tiempo, y de seguro eso hará que les caiga peor. Además, me duele que Sinclar haya roto su promesa, jamás pensé que me defraudaría. "Lo siento, no sé dónde se encuentra", repito, sintiéndome terrible.

"¿No lo ves, Katya? Ella solo es una omega y no tiene derecho a llamarlo".

"Aj, ¿entonces vinimos en vano...?", murmura Katya.

"Lo lamento… Y si me disculpan, me retiro", anuncio de forma educada, tratando de no demostrar el dolor que me provocaron sus palabras. Si bien estoy consciente de que a nadie le interesa mi cumpleaños, soy una persona con sentimientos. Bah, ya no tiene caso, no es como si a mí me agradara su presencia.

Incapaz de soportar sus comentarios sarcásticos y miradas juzgadoras, me alejo de ellas después de haberme disculpado. A nadie le importo, simplemente continuaron con sus conversaciones sin siquiera dedicarme otra mirada. "¡Lo que me faltaba! ¡Solo había venido para verlo!". Escucho que una de ellas se queja.

"Yo igual, ¿por cuál otra razón asistiríamos a la fiesta de una omega?", otra de las mujeres complementa.

"¡Será mejor que te calles si no quieres que la señora Philomena te escuche!".

Desanimada, salí del salón. A mí también me gustaría que Sinclair estuviera aquí. Aunque me prometió que vendría, no lo he visto desde anoche… Y eso duele tanto.