**EMILY**
¡Me iba para no volver jamás! Estaba harta de mirar a personas que fingieron ser mis amigos mientras sabían que Marcos solo estaba jugando conmigo. ¡Eso era lo que él quería, y lo iba a tener! Mi mayor arrepentimiento fue haberme dejado llevar por sus palabras y sus hermosos ojos verdes, y entregarme a ese idiota. ¡Maldito hijo de puta!
Me entregué a él en cuerpo y alma, mis últimos años giraron completamente en torno a él, y ahora aquí estaba yo, siendo la tonta, siendo la otra. En realidad, según él, nunca había dejado su mar de chicas; siempre había tenido a otra en sus brazos además de mí.
Sentía lástima por Bianca, que tenía que soportar a ese desastre como hermano. No me despedí de ella, ni de Bete. Mis mejores amigas no sabrían que estaba huyendo de la ciudad en medio de la noche.
Empacaba mis maletas mientras lloraba de rabia por haberme enamorado de Marcos Almeida. ¡Ni siquiera sé en qué estaba pensando cuando comencé a involucrarme con él!
—¿Estás lista, querida? —preguntó mi madre, mirándome desde el marco de la puerta. Sé que no aprueba en absoluto que me vaya; su expresión de preocupación lo dice todo. Mi padre, mucho menos, pero me dejaron decidir.
—¡Estoy lista! —respondí con un gruñido, para que no notara que había estado llorando. Arrastré mi maleta hasta la planta baja sin dejar que me ayudara. Tenía que ser fuerte ahora y sabía que, si miraba sus ojos, desistiría de todo y me quedaría aquí.
—Sabes que puedes volver cuando quieras, ¿verdad? —dijo, mientras ponía mis cosas en el taxi. No acepté que mi padre me llevara; seguro intentaría convencerme de quedarme. Solo les di un abrazo y subí al coche. En los ojos de ella y de mi padre vi que creían que volvería en cuestión de semanas, pero eso no iba a pasar. ¡Jamás regresaría a São Fernando!
**MARCOS**
¡La estaba dejando ir! Había sacado a Emily de mi vida de la peor manera posible, destrozando su corazón. Pero esa era la única forma, mi única garantía de que se iría sin mirar atrás, sin querer volver a mí.
Hacer que mi chica me odiara fue lo más difícil que he tenido que hacer en toda mi vida. Ver las lágrimas correr por su rostro mientras la menospreciaba como si no fuera nadie me destruyó.
— Sí, todo fue una farsa, solo quería llevarte a la cama y lo conseguí. No deberías estar tan enfadada, disfrutaste cada segundo que pasamos juntos. Te habrías entregado antes si no hubiera insistido en que esperáramos.
Maldita sea, era el hijo de puta más rastrero por esto. La atraje hacia mí, dejé que se enamorara, tomé su inocencia y ahora estaba arrancándole el corazón.
Mi sufrimiento era un castigo pequeño por todo lo que merecía después de esto. Tener que vivir sabiendo que ella sería más feliz sin mí era una carga ligera de llevar.
Pero mientras Emy estuviera feliz y bien, yo podría seguir viviendo.
