¡Duele, duele mucho!. Sintió que cada hueso de su cuerpo estaba destrozado.
La niña, Mo Xiner, yacía en el polvoriento suelo de cemento de una fábrica en ruinas y abandonada en los suburbios.
La sangre brotaba por debajo de su cabello, negro como la tinta, y su pequeño y delicado rostro no tenía color alguno.
Otra niña, Liang Siran, de unos quince años, bajó corriendo por unas cercanas escaleras viejas y oxidadas.
Mirando a la niña en un charco de sangre, con un poco de culpa dijo: "Mo Xiner, yo no te empujé, tú sola te caíste. ¡No te atrevas a culparme!"
Mo Xiner se veía tan pálida. Sus delgados labios se separaron ligeramente al intentar hablar, pero no podía emitir sonido.
Se estaba muriendo en el suelo. La culpa y el miedo en los ojos de Liang Siran gradualmente fueron cambiando por crueldad y complacencia.
Una sonrisa de satisfacción colgaba de las comisuras de su boca. Un collar se le escapó de la palma de su mano, colgando de la punta de su dedo. Se quedó mirando el colgante azul adjunto.
Era tan bonito. La gema en su interior parecía tener un mar de estrellas centelleantes. Debía ser un tesoro.
Luego de revisar el collar, Liang Siran miró de reojo a Mo Xiner. "Mi familia tuvo la amabilidad de adoptarte, brindándote ropa y comida. Ni siquiera nos has pagado. Yo sólo quería un m*ldito collar y tú ni siquiera querías soltarlo. ¡Qué desagradecida!"
Mo Xiner giró sus ojos para mirar el collar que Liang Siran tenía en su mano.
¡No era un m*ldito collar, era el que sus padres le habían dejado!
Liang Jianming había asesinado a sus padres y se había adueñado las propiedades de su familia. Él la había adoptado pretenciosamente, la trataba bien cuando la gente los veía, pero en casa, ella era aún menos importante que su perro.
A Liang Siran le gustaba robarle sus cosas, y finalmente ahora había tomado lo único que sus padres le habían dejado. ¡No, Mo Xiner no estaba dispuesta a dejarla hacer eso!
Liang Siran caminaba hacia ella, riéndose. Colgando el collar justo encima de la mejilla de la pobre niña, la malvada niña preguntó: "¿Lo quieres? Tómalo tú misma".
Mo Xiner intentó levantar la mano para recuperar su pertenencia, pero sus huesos parecían rotos. No podía mover el brazo, excepto por un pequeño movimiento de sus dedos.
"¡Ja ja!" Liang Siran aclamó: "¡Si no lo quieres, entonces es mío! ¡No me pidas nunca que lo devuelva!".
Se puso el collar alrededor del cuello y tomó una selfie con su teléfono.
Al mirarla, mientras acariciaba el colgante azul que tenía en su cuello, la niña sonrió con satisfacción. Lanzó otra mirada a Mo Xiner, que estaba tumbada a sus pies, gruñiendo dijo, "¡Espera aquí por tu muerte!"
Mo Xiner no sabía cuánto tiempo había estado acostada sobre este frío piso, pero su conciencia se estaba tornando cada vez más confusa. Sentía como si su alma se alejara de su cuerpo lentamente.
No, no podía morir así, ¡debía sobrevivir!
Esta obsesión pareció impulsar con gran fuerza su maltrecho cuerpo. Luchó por darse la vuelta, acostándose boca abajo, y luego concentró todas sus fuerzas en sus brazos.
Avanzó poco a poco, dejando un rastro de sangre por donde pasaba. Todo su cuerpo estaba entumecido por el dolor, pero no se detuvo.
Se arrastró fuera de la deslustrada fábrica, cruzó el salvaje césped y finalmente llegó al borde de la carretera, muy pocos vehículos circulaban por la ruta vacía. La oscuridad había cubierto todo el lugar.
Los segundos pasaban en esta desesperación interminable, hasta que desde no muy lejos un vehículo negro todoterreno pasó zumbando.
Los tenues ojos de la niña brillaron con un destello de luz y esperanza. Hizo todo lo posible para levantar su delgado brazo, agitándolo débilmente.
Finalmente, el automóvil se detuvo junto al costado de la ruta y la ventanilla trasera se bajó lentamente, revelando el marcado perfil de un hombre.
Levantando la cabeza, sacó sus últimas fuerzas para rogarle al extraño: "¡Ayuda! Por favor, ayúdeme".
Los profundos e imponentes ojos del hombre, estudiaron a la pequeña niña junto a la acera. Tenía alrededor de quince años, su cuerpo estaba cubierto de sangre y su pequeño y pálido rostro tenía manchas de suciedad.
Miró las intermitentes manchas de sangre detrás de ella, que se extendían hasta la fábrica abandonada no muy lejos de ahí. Obviamente, ella se había arrastrado fuera de allí, parecía moribunda pero sus ojos eran aún más brillantes que la luz de las estrellas.
Qin Beimo abrió la puerta del automóvil instintivamente, salió y se acercó a ella. Su alta y magnífica figura destacaba contra la luz de las estrellas como un arcángel.
Mo Xiner vio con claridad al hombre que apareció en el momento justo como un ángel guardián.
Era increíblemente guapo con un esculpido rostro. Nunca antes había visto a un hombre tan atractivo, era cien veces más hermoso que cualquier héroe de los cómics.
Mo Xiner observó que el hombre se acercaba cada vez más a ella, ¿estaba aquí para salvarla?
Intentó abrir la boca para agradecerle, pero en cuanto su apuesto rostro se aproximó al de ella, se desmayó por completo.
