Antes de la existencia de los humanos.
— Algo debe hacerse, este no puede ser el fin, debemos arriesgarnos. — digo El Gran Elfo Blanco ante el consejo de Elfos.
— Nada puede hacerse ya, la batalla entre Vampiros y Lobos ya dio comienzo hace tres lunas. Y las Hadas están enojadas por la toma de su ''área sagrada'', no entienden que eso no lo decidimos nosotros, y que se trata de preservar El Gran Árbol y que nadie lo dañe. Pronto, en cuestión de horas también entraremos en guerra. Magia contra magia, no hay escapatoria. — dijo la Elfa Gris.
— No me rendiré, allá ustedes. Entréguense a la guerra si así lo desean, pero sé que este no puede ser el fin de este mundo. — digo El Gran Elfo Blanco antes de retirarse.
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— Padre, no lo hagas, estas consumiéndote, por alguien que no lo agradecerá. No sabes si funcionara. Yo estoy dispuesta a tomar tu lugar pero no lo hagas tú, tu pureza, tu poder no merece extinguirse así como así. — Le dijo la última Bruja Blanca al Gran Elfo Blanco.
— Ann, mi precioso tesoro, he de hacerlo. Entre tantos seres mágicos no hay equilibrio, solo sed de poder, la magia debe desaparecer en este nuevo mundo. Serán como tú, físicamente, y me ayudaras a protegerlos de este mundo. No podrán comunicarse. Los devorarían. — dijo El Gran Elfo Blanco.
— Esta bien padre lo haré, te ayudare. Porque Te Amo, tu y mi madre son lo más importante para mí. Y prefiero extinguirme con ustedes a vivir en esta guerra sin fin. — dijo Ann antes de agitar su varita y entregar todo su poder al último sacrificio que hacia su padre por preservar una existencia sensata en el mundo porque el presentía que no iba a quedar nadie para habitarlo.
Pero él se equivocaría, si quedarían seres y gracias a la magia oculta en el interior de su hija procreada por El y una Bruja Blanca, existiría una conexión entre ambos mundos. Una conexión mágica de amor.
