De haber sabido que este hombre era una bestia desagradecida, en vez de salvarle la vida, Meng Wanchu probablemente lo hubiera dejado morir, pero no podía cambiar el pasado.
Aquella pesadilla ocurrió durante una medianoche.
Un día muy desafortunado para ella.
Mientras iba repartiendo comida en su bicicleta eléctrica, ella vio cómo un gran camión se pasó una luz roja y se estrelló contra un Ferrari que estaba junto a ella.
El pequeño vehículo había quedado destrozado y el camión estaba en llamas, a punto de explotar en cualquier segundo. Además, el conductor estaba cubierto de sangre y quedó inconsciente casi al instante.
Por su parte, Wanchu no era precisamente una mujer bondadosa. En realidad, las únicas personas por las que se preocupaba eran sus padres adoptivos. Fue por eso que intentó alejarse del peligro para llamar a la policía desde una distancia segura. Sin embargo, no pudo evitar escuchar a un hombre que gritaba: “¡Sálvame, por favor! ¡Sálvame y llévame al hospital! ¡Si lo haces, te daré cien millones de yuanes!”.
¡¿Cien millones?!
Tras escuchar su generosa oferta, ella corrió a sacar al hombre de su lujoso vehículo y, poco después de hacerlo, este explotó.
Wanchu estaba muy asustada, ya que se dio cuenta de que habría muerto si se hubiera demorado un poco más en salvarlo.
Una vez que estuvieron fuera peligro, ella finalmente llamó a una ambulancia.
Cuando la cajera la vio a través de la ventana, ella creyó haber visto a Li Yuner, lo cual hizo que Wanchu se riera con amargura.
Yuner era su hermana gemela, quien vivía una buena vida. En cambio, Wanchu había sido secuestrada después de nacer y fue vendida a sus padres adoptivos.
Su padre adoptivo quedó gravemente herido en un accidente hacía un mes, por lo que tuvo que ser internado en el hospital, requiriendo un tratamiento bastante costoso.
Fue entonces que, de la nada, sus padres biológicos aparecieron para decirle que podían ayudarle a pagar el tratamiento a cambio de que les hiciera un favor: Wanchu debía donar un poco de su médula ósea para ayudar a su hijo con leucemia. Además, ella no podía permitir que nadie descubriera quiénes eran sus verdaderos padres, ya que su madre biológica, Zhao Ruolan, temía que eso arruinara la reputación de Yuner.
Con el fin de ayudar a su padre adoptivo, Wanchu no tuvo otra opción más que aceptar su oferta.
Fue por eso que comenzó a utilizar un maquillaje que la hiciera verse fea. Sin embargo, justo esta noche ella no tuvo ganas de maquillarse debido a que era medianoche.
Entonces, al final simplemente ‘admitió’ ser su hermana Yuner antes de pagar los 5.000 yuanes para la operación.
Después de encargarse de ese asunto, ella volvió a su dormitorio, tomó una ducha y, cuando estuvo a punto de lavar su ropa, encontró un anillo de diamantes negros en uno de sus bolsillos, el cual creyó que quizás había terminado allí por accidente cuando aquel hombre estaba sujetándose de ella.
En cualquier caso, Wanchu no le dio mucha importancia y colocó el anillo sobre su mesa antes de ir a tomar una siesta.
Estaba tan cansada que no se percató de que Yuner había entrado a su habitación gracias a la llave que había copiado a escondidas. Aunque ella se sentía como si fuera una ladrona entrando a hurtadillas, de todas formas se mantuvo en silencio.
Tan pronto como vio el brillante anillo de diamantes negros, lo guardó en su bolsillo. No obstante, aquel anillo le parecía conocido, como si ya lo hubiera visto antes...
Dejando ese pensamiento de lado, ella rápidamente salió del cuarto de Wanchu.
“¿Qué ocurre, mami?”, preguntó Yuner, quien había recibido una llamada de su madre cuando salió del dormitorio.
“Dios mío, Yuner, ¿en qué momento salvaste la vida del Sr. Qing y por qué no me lo habías contado? Hace un momento, un representante de su familia vino a decirnos que se reunirían contigo dentro de una semana”, respondió Ruolan, quien se escuchaba eufórica y le temblaba la voz.
“¿El Sr. Qing?”.
Tras volver a mirar el anillo que había guardado, se percató de que el Sr. Qing lo llevaba puesto aquella vez que asistieron a la fiesta de la élite.
¡Se trataba de una reliquia de su familia!
Después de recordar lo que le había ocurrido a Wanchu en el hospital, Yuner se dio cuenta de que en realidad fue su hermana quien había salvado a Qing Mohan el día anterior. Por fortuna, ella no se había tomado la molestia de despertarla para darle las buenas noticias, así que ahora sería Yuner quien se haría pasar por la salvadora.
Después de todo, aquello era más sorprendente y mucho mejor que ganar la lotería.
Wanchu no tenía idea de lo que había transcurrido mientras dormía y, cuando despertó, se puso una máscarilla para cubrir su rostro y se fue directamente al hospital a reclamar los cien millones de yuanes que aquel hombre le había prometido.
No obstante, al llegar a su destino, una enfermera le informó que el hombre se había despertado en medio de la noche y se había marchado sin dejar su información de contacto.
“¡M*ldto cerdo estafador!”, gritó Wanchu.
“¡Esos 5.000 yuanes bastaban para cubrir todos mis gastos por al menos dos meses!”, continuó ella mientras pisoteaba el suelo con cólera.
Aquella traición hizo que le doliera el corazón.
Era cierto que las personas podían ser mentirosas, pero ella todavía era demasiado joven e inocente como para vivir esa clase de experiencias.
En el transcurso de los siguientes días, Wanchu se vio obligada a esforzarse aún más que antes.
Un día, en un bar nocturno.
Wanchu estaba quejándose de lo que había sucedido con una de sus compañeras cuando de repente vio a aquel hombre.
“Mira, ¿ves a ese hombre de allí? Él era de quien te estaba hablando. ¡M*ldito b*stardo! ¡Voy a ir por él y haré que me devuelva hasta el último centavo!”.
“Ese hombre es Qing Mohan. ¿Estás segura de que fue él?”.
“Así es, ¡debería pagarme todo lo que me debe!”.
“¡No vayas, podrías ofenderlo! ¡Oye, espera-!”, le advirtió su compañera, pero Wanchu no le hizo caso y comenzó a perseguirlo para recuperar su dinero.
Sin embargo, tan pronto como ella usó una tarjeta de acceso para ingresar a su cuarto, él la tomó del brazo y la arrojó a su enorme cama.
“Oiga, un momento, solo vine por mi dinero”, dijo Wanchu, asustada de que el hombre perdiera el control y le hiciera daño.
Por su parte, Mohan ignoró todo lo que le dijo y se desvistió.
“Dime, ¿quién te envió? Bueno, no importa... Así que esta vez estás vestida como un chico, ¿eh? Muy bien”. Wanchu solía disfrazarse y adoptar la apariencia de un hombre para estar segura dentro del bar, pero parecía que Mohan se había dado cuenta de que en realidad era una mujer.
“No, por favor. Déjame ir”.
“Vamos, sé mi mujer”.
En la oscuridad se pudo escuchar el fuerte sonido de algo siendo desgarrado...