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Enamorada de un caballero

Enamorada de un caballero

Autor: Karen Bodouir

En proceso

Multimillonario

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Introducción

La familia van der Duyck tiene algo que Wouter Vissel necesita desesperadamente ¡un apellido aristocrático! Y hará lo que sea para apoderarse de él… Los van der Duyck están arruinados, ya ni siquiera les llega para comer todos los días, y mucho menos para mantener su lujoso estilo de vida. Aún así Sjaak, el único varón de la familia, se niega a vender a su hermana. Sin embargo Wouter Vissel siempre consigue lo que quiere, y una vez lo haya conseguido, ¿qué hará Sjaak con tal de vengarse de esa odiosa familia?
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Chapter 1

Año 1629. Amsterdam

Sjaak van der Duyck se retorcía las manos, nervioso, y lleno de preocupación. Observó la imponente casa en la que se encontraba, y sintió que se encogía un poco más, al ver las pulidas paredes forradas en madera, y los suelos perfectamente pulidos, que indicaban que el señor de aquella casa tenía dinero en abundancia.

- El señor lo recibirá ahora.- dijo un lacayo vestido con las más ricas ropas, y con un tono que indicaba autoridad, a pesar de que Sjaak era un miembro de la nobleza de Amsterdam.

En otras circunstancias, Sjaak habría hecho esperar al altivo criado, pero no en su situación, no con la desesperación tan claramente marcada en su rostro, y en su aspecto. Así que se movió casi de inmediato, caminando veloz hasta el lugar en el que el sirviente permanecía parado.

No le dirigió la palabra mientras lo guiaba a través de un lujoso corredor, ni tampoco le dijo Ada cuando le abrió una puerta y se paró junto a ella.

Sjaak cruzó el umbral, sabiendo que realmente no podía permitirse responder a la altanería de aquel desagradable hombre. Al otro lado de la puerta, el comerciante Wouter Vissel lo esperaba, cubierto con una imponente capa de piel de oso, y sentado en una mesa tan lujosa, que podría haber presidido el comedor del rey.

- Van der Duyck, pasa, siéntate aquí a mi lado. Estaba a punto de comer, espero que no te importe acompañarme.

Sjaak asintió, serio, porque solo con pensar en comer se le hacía la boca agua. Llevaba dos días sin probar bocado, y aquel ofrecimiento le pareció un buen presagio, aunque evidentemente, no quería mostrar su desesperación al comerciante.

Tomó asiento a su lado, y casi inmediatamente, el insolente criado que lo había tratado con aquella superioridad se acercó a la mesa. En completo silencio, pero siguiendo el protocolo, sirvió una deliciosa sopa de carne, seguida de un pescado al horno, y de un pastel de carne que se deshacía en la boca de Sjaak. Solo cuando se hubo saciado, se dió cuenta de que su anfitrión lo miraba con el rostro satisfecho, como si hubiera esperado aquella reacción por su parte.

- Señor Vissel.- dijo Sjaak.- cuando desee, podemos hablar del tema que me ha traído hoy hasta aquí.

- Van der Duyck, tranquilo, muchacho, come cuanto desees, parece que tienes apetito, y a mi no me gusta discutir con un invitado con el estómago vacío.

Sjaak enrojeció, porque como miembro de la nobleza, siempre lo habían educado con los más estrictos modales; si su madre hubiera presenciado la forma en que se había comportado en aquel salón, se hubiera muerto de la vergüenza. Incluso él se sentía avergonzado, pues ni siquiera siendo niño había comido con semjante voracidad; claro que nunca antes había tenido tanta hambre que el estómago le rugiera, y las tripas se le retorcieran de dolor.

- Señor Vissel, gracias por su hospitalidad, estaba todo delicioso, pero ahora me gustaría hablar de negocios.

- Bueno, bueno, en ese caso, vayamos a mi sala de descanso.

El comerciante lo guió hasta una habitación anexa, ricamente decorada, y con cómodas, aunque ostentosas, butacas, en las que le indicó que se sentara.

- ¿Quieres una bebida, muchacho?

- No, gracias, estoy bien así.

- Perdona, supongo que ni siquiera tienes edad suficiente para apreciar estas cosas.

El comerciante se sirvió un abundante vaso de una de las botellas que tenía en una mesita anexa, y Sjaak sintió que el hombre lo trataba con condescendencia, e intentaba ridiculizarlo.

- Señor Vissel, he venido hoy aquí, a su casa, con la única intención de aceptar su oferta de matrimonio.

Sjaak trató de mantener el gesto inamovible, y mantuvo su dignidad aún mientras la ronca risa del comerciante se escuchaba en toda la habitación. El chico escuchó aquel desagradable sonido varios segundos más tarde de que ésta hubiera cesado, y se preguntó si aquella habitación tendría eco, para impresionar aún más a las visitas.

- Pero, muchacho, ¿a qué oferta te refieres?

Sjaak intentó no torcer el gesto, y pensó en la propuesta que aquel hombre le había hecho hacía menos de un año a su padre, el señor van der Duyck.

Le había ofrecido una unión matrimonial entre Sjaak y Gabriëlle, la hija mayor del comerciante. Al parecer a Wouter Vissel le sobraba el dinero, pero le faltaban ciertos contactos del círculo más exclusivo de Amsterdam, y eran la clase de contactos que solo podían adquirirse por medio de un matrimonio ventajoso, que lo metiera en la nobleza.

En aquel momento, su padre habia declinado la oferta de muy malos modos, a pesar de que Sjaak le habia pedido que no utilizara palabras hirientes, su padre había respondido que antes de que su apellido pasara a los hijos de una zorra de las ciénagas, prefería morir. Sjaak nunca deseó casarse con la muchacha, pero la respuesta de su padre le había parecido excesiva, en especial porque el comerciante había estado dispuesto a ofrecer una importante dote, a cambio de que se celebrara aquella unión.

- Me refiero al matrimonio entre su hija Gabriëlle y yo mismo.

- Pero chico, esa oferta ya fue declinada hace tiempo, de hecho, tenía entendido que los de tu clase no desposaban zorras de las ciénagas.

- Señor Vissel, le pido disculpas por la respuesta que en su día le ofreció mi padre, y ahora que él ya no está, me gustaría aceptar la oferta.

- Ay, muchacho inocente.- dijo Wouter Vissel riéndose.- esa oferta no está ya disponible. Lo único que me interasaba de vosotros era el apellido, y por eso me ofrecí a cubrir las deudas de tu padre, pero ahora que ya sabemos que además de deudas, ha dejado tras de si deshora… no estoy interesado en la unión que propones.

Sjaak bajó los ojos, confirmando sus peores temores. Ni siquiera Wouter Vissel quería forjar una alianza con su familia. Su padre había muerto una meses antes, se había quitado la vida cuando las deudas lo ahogaron tanto que no supo que más hacer para mantener a su familia a flote. Y la nobleza podía perdonar muchas cosas, entre ellas el endeudamiento, pero desde luego, no le perdonaba que se hubiera quitado la vida, y menos lanzándose al canal, donde varios testigos habían intentado pararlo sin éxito.

Desde el suicidio de su padre, Sjaak ha tomado las riendas de la empresa familiar, y por supuesto, ha intentado liquidar las deudas de su padre; pero es imposible, son muchas, y él no tiene ni dinero, ni contactos, ya que todas las puertas de la ciudad se han cerrado para él. Los nobles no quieren saber nada de su familia, y la situación de desesperación ante la que se encuentran, ha hecho que él vaya en busca de alguna oportunidad.

- Aunque, claro, existe una opción que no habíamos explorado anteriormente, y que tal vez sea posible ahora…

Las palabras de Wouter Vissel se cuelan en su mente, y Sjaak no sabe que pensar, ya que ese comerciante tiene fama de vil y despiadado. ¿Por qué va a ofrecerle alguna clase de trato ahora que sabe que su familia no tiene nada que ofrecer?

- ¿Y qué trato es ese?

- Te ofrezco la posibilidad de unir nuestras familias mediante matrimonio.

- Pero… acaba de decir que no le interesa que yo despose a Gabriëlle.

- Oh, no, no, claro, no quiero tu apellido entremezclado con el mio ahora que está sucio.

- ¿Entonces?

- Me ofrezco a comprar toda vuestra deuda, a cambio de una unión con Tess.

Sjaak lo miró confuso, como si no hubiera escuchado perfectamente el nombre de su hermana de quince años. Pensó en la dulce Tess, con su cabello del color del trigo maduro, y su risueño rostro, y se le revolvió el estómago al imaginarla casada con ese viejo despreciable.

- Señor, mi hermana Tess tiene la misma edad que vuestra hija, tal vez sea demasiado joven para asumir una responsabilidad tan grande.

- ¡Tonterías, van der Duyck! He visto a esa potrilla con mis propios ojos, y esas caderas están hechas para traer criaturas al mundo.

A Sjaak le horrorizó la forma de hablar de aquel comerciante, pero no supo que decir. Si lo rechazaba de forma manifiesta, le retiraría la palabra, y eso era lo último que su familia necesitaba ahora mismo; pero evidentemente, no quería aceptar, así que optó por una opción intermedia.

- Tengo que consultarlo con mi familia.

No tenía ninguna intención de contarle a su madre y a su hermana lo que había estado haciendo aquella mañana, pero al menos de este modo ganaría un poco de tiempo.

- Por supuesto, por supuesto.

Y con esas simples palabras, que a Sjaak le sonaron a pura maldad, se despidió de aquella casa.