La historia comienza en el Hospital General de Oakdale.
El médico residente del hospital, Jacobo Ye, tomó un registro médico y siguió al doctor Xu para revisar las salas. De repente, una voz aterrorizada rompió el silencio.
"Doctor Xu, malas noticias: ¡El paciente de la sala 18 se ha desmayado!", gritó una enfermera.
El paciente tenía un quiste renal y su estado era grave, pues este le había provocado un bloqueo en la uretra. Ahora tendría que someterse a una cirugía, pero había demasiadas personas esperando un turno en el quirófano, así que tendría que esperar.
Ante el anuncio, el doctor Xu corrió hacia la sala 18 y Jacobo Ye lo siguió apresuradamente.
Cuando llegaron al lugar, el doctor revisó rápidamente las pupilas del paciente y le gritó a Jacobo: "Busca al doctor en jefe Liu y dile que venga aquí de inmediato".
Jacobo asintió y corrió a la oficina del cirujano especialista tan rápido como pudo. Sin embargo, la oficina del médico estaba cerrada y, cuando el residente alzó el brazo para llamar a la puerta, presenció una escena a través del vidrio que le sorprendió. La esposa del paciente de la sala 18, una hermosa joven, estaba metiendo un sobre en la mano del doctor Liu mientras suplicaba amargamente: "Por favor, doctor, le ruego que salve a mi esposo. Usted conoce bien su condición, y su cirugía no se puede retrasar más. ¿Habría alguna manera de operarlo cuanto antes?".
Jacobo Ye entendió que el sobre contenía dinero y, a juzgar por el grosor del paquete, eran más de 10,000 yuanes. El doctor Liu pareció avergonzado y dijo: "No es que no esté dispuesto a ayudar, pero el horario no se puede reorganizar... Será mejor que guarde su dinero".
Parecía dar a entender que la joven no le estaba dando una cantidad suficiente. Ella sollozó: "En verdad, esto es lo más que le puedo ofrecer. He gastado todos nuestros ahorros para tratar la enfermedad de mi esposo. ¿Podría ayudarnos, por favor?".
El médico se levantó lentamente y dijo con una sonrisa: "No se preocupe. Siempre habrá una manera de resolver el problema. Conozco la situación financiera de su familia y el hospital puede otorgar algunos subsidios preferenciales a las familias pobres. Sin embargo, la cuota es limitada, por lo que es difícil obtenerlos".
Con esto, le dio a entender a la joven mujer que no estaba ofreciendo suficiente dinero.
En ese momento, Jacobo Ye no pudo soportarlo más y tosió suavemente mientras llamaba a la puerta. "¡Doctor Liu!".
"¿Quién es?”, el doctor en jefe se sorprendió. De inmediato, retiró el dinero de la mesa y lo guardó en el cajón, fingiendo sentarse erguido.
"Soy yo, Jacobo Ye", dijo el hombre, abriendo la puerta para entrar.
"¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar revisando a los pacientes?”, preguntó el doctor Liu enojado. No estaba seguro de si Jacobo Ye había visto lo que acababa de pasar.
"Doctor, el paciente de la sala 18 se encuentra en estado crítico. Necesitamos operarlo ahora mismo”, respondió el médico residente.
"Ya veo. Vaya a atenderlo; necesito tener una conversación con la familia del paciente", dijo el cirujano, agitando la mano con impaciencia.
“Pero doctor, el estado del paciente es muy grave. Será mejor que vaya a atenderlo ahora. Debemos operarlo cuanto antes”, dijo Jacobo, mirando deliberadamente el cajón que contenía el dinero.
El significado de esta acción fue claro, haciéndole saber que había visto lo sucedido, así que sería mejor que tratara al paciente en ese momento”.
El rostro del doctor Liu se ensombreció. Era lo suficientemente inteligente como para entender la indirecta de su subordinado. Esa misma mañana, el doctor en jefe se había apresurado a operar a otro paciente para el cual también había solicitado subsidios preferenciales, reduciendo de esta manera los costos del procedimiento.
Jacobo Ye sabía que esta vez había ofendido completamente a su jefe y, tal como había predicho, el hombre fue directamente a verlo en cuanto llegó al trabajo esa tarde.
“Jacobo, has estado haciendo un buen trabajo aquí y además eres muy buen estudiante. Realmente no tengo mucho que enseñarte, por lo que será mejor que te transfieras al centro de transfusiones del hospital para ayudar durante unos días".
"¿El centro de transfusiones?". A pesar de que Jacobo sabía que el doctor Liu lo castigaría, se sintió sorprendido ante la sentencia. "¿Qué ayuda pueden necesitar allí? ".
"Hay muchos pacientes que llegan al hospital en estos días, así que las enfermeras de esa sección están demasiado ocupadas. Puedes ir allí a ayudar por unos días y luego regresar acá. Como has tenido un gran desempeño, me aseguraré de que el informe de tu pasantía sea bueno”, respondió el doctor en jefe. A pesar de que sus palabras fueron alentadoras, la sonrisa en su rostro se mantuvo fría.
Jacobo Ye apretó los puños; era obvio que este hombre estaba intentando vengarse de él. Sin embargo, no importaba lo enojado que estuviera, pues no podía hacer nada al respecto. Todo dependía del estado de ánimo del doctor Liu, y de lo que escribiera en el informe de sus prácticas. Sin más remedio, el residente asintió. "Está bien, iré allí mañana".
‘Verás, esto es lo que te pasa cuando intentas amenazarme. ¿Cómo te atreves a ir en mi contra? Me aseguraré de vengarme de ti’, pensó el doctor Liu para sus adentros y, mirando al chico alejarse, sonrió sombríamente.
Para cuando Jacobo regresó a su dormitorio, ya era tarde. Normalmente, sacaba un antiguo pergamino grueso que había heredado de su familia y lo leía con atención. Descendía de una familia de expertos médicos chinos tradicionales por lo que, desde niño, había estudiado medicina china con su abuelo. Se decía que este antiguo pergamino había sido transmitido por un antepasado, y las habilidades médicas registradas en él no tenían rival.