"Señora Smith, gracias a los avances médicos el cáncer ya no es una enfermedad incurable. Si decide tomar el tratamiento...".
"¿Cuánto tiempo tengo?". La voz temblorosa de Olivia interrumpió al doctor.
Hacía unos días, mientras mantenía relaciones s*xuales con Noah, ella había comenzado a sangrar. Tras hacerse unos estudios, descubrió que tenía cáncer de cuello uterino.
El médico se ajustó las gafas y respondió: "Tres meses como mucho".
La mujer sintió como si le hubieran apretado el corazón. Lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos y se puso de pie para salir corriendo a toda prisa.
A lo largo de su vida, Dios había sido muy cruel con ella. A sus trece años había perdido a sus padres y ahora, con tan solo veintitrés años de edad, tenía cáncer.
Hacía mucho tiempo que no lloraba, pero con tanto peso sobre sus hombros no pudo evitarlo. Una enorme cantidad de lágrimas salieron de sus ojos.
Al salir del consultorio, vio una figura alta y familiar pasar frente a ella.
¡Era Noah!
¿Qué estaba haciendo su esposo ahí?
Olivia lo siguió y lo vio entrar en una de las habitaciones más caras del hospital. El nombre en la puerta decía: Charlotte Brown.
Noah no había vuelto a casa en los últimos días porque su antiguo amor había regresado. Pero ¿de qué estaba enferma esa mujer?
Olivia pensó por un momento y luego se fue. Se dirigió a la oficina del director, donde rápidamente le dieron el historial de Charlotte y una copia del informe de trasplante de riñón de Noah.
Si hubiera sido cualquier otra persona, no le habrían entregado el informe. Sin embargo, debido a que el hospital era propiedad de la familia Johnson y Olivia era la cabeza de esta, ella tenía acceso a prácticamente toda la información que quisiera.
Al parecer, el problema era una enfermedad renal en etapa terminal. Esa era la razón por la que se requería un trasplante.
Noah adoraba tanto a Charlotte que incluso estaba dispuesto a someterse a una cirugía así de peligrosa para salvarla.
Desafortunadamente, no habían resultado ser compatibles.
Si su esposo supiera que ella tenía cáncer, ¿la trataría mejor?
Olivia estaba ansiosa por escuchar su voz, así que lo llamó por teléfono. El hombre tardó un poco en responder, y cuando lo hizo, sonó muy irritado: "¿Qué pasa?".
Mientras tanto, ella veía como llovía por la ventana de su auto. Por un momento dudó si debía decir lo que quería. "Noah, te extraño".
Sí, lo extrañaba enormemente.
En ese momento, ella quería que él estuviera con ella, quería estar en sus brazos.
"Estoy muy ocupado", respondió él, con frialdad.
A Olivia le dolió el corazón cuando se dio cuenta de que su esposo estaba con Charlotte. No pudo evitar preguntarle: "¿Qué estás haciendo?".
"Charlotte ha vuelto. ¡Estoy con ella!".
La mujer había esperado que le diera alguna excusa, pero le había dicho la verdad.
Ella sabía que la verdadera razón para que él fuera tan directo no era porque fuera honesto o no quisiera mentir, sino porque nunca la había considerado su esposa.
Olivia quiso decir algo, pero no pudo.
Sí, Charlotte tenía insuficiencia renal, pero ella tenía cáncer y a nadie parecía importarle.
"Noah, por favor masajea mis piernas, me duelen mucho...". La suave voz de Charlotte se escuchó a través del teléfono.
Olivia apretó con fuerza el teléfono y le dijo a su esposo: "Te veré esta noche".
"¡No tengo tiempo!". Su respuesta había sido muy directa.
Sonriendo, Olivia continuó: "Acabo de revisar la prueba de compatibilidad para el transplante de Charlotte...". Mientras hablaba, la mujer abrió la ventana del auto y dejó que la lluvia bañara su rostro.
Hubo un momento de silencio.
"Cariño, te estaré esperando". Después de decir eso, la mujer colgó.
