Stacy Ku estaba acostada sobre la fría mesa de operaciones, mirando las deslumbrantes luces
del quirófano, cuando el médico empezó a introducir en ella un tubo largo.
"Empecemos", dijo el médico, y luego de una pausa, indicó: "Un poco más despacio".
El silencio reinó en la sala durante unos minutos hasta que el doctor volvió a hablar: "Muy bien. Hemos llegado al útero y todo parece estar en orden".
Después de escuchar las palabras del médico, el corazón de Stacy se llenó de sentimientos encontrados, pues nunca pensó que, a la edad de 18 años, sería una madre sustituta. Su padre había sido encarcelado y la vida de su madre pendía de un hilo y necesitaba dinero para salvarla, así que no tenía otra salida…
La enfermera la llevó fuera del quirófano, y luego de un tiempo, se le acercó una mujer de mediana edad vestida con un traje formal y le dijo: "Señorita Ku, la operación fue todo un éxito. Por otro lado, hemos contratado al mejor médico para que trate la condición de su madre. Según el contrato que hemos firmado anteriormente, una vez que haya quedado embarazada exitosamente, debe solicitar su abandono de estudios lo antes posible para que pueda ir a casa y reposar bien, de modo que pueda tener al bebé de manera segura".
La mujer era la asistente del contratista y, tras oír sus indicaciones, Stacy asintió con lágrimas en los ojos e inconscientemente se tocó el vientre, pues la idea de que, siendo ella una joven cándida e inexperta, estuviera criando en su vientre al bebé de un hombre totalmente extraño, la confundía un poco.
En el primer intento, ella había pensado que después de la inseminación artificial, podría esperar el parto sin inconvenientes, pero no contó con que el proceso fallara. Cuando le dieron la mala noticia, las lágrimas corrieron por sus mejillas y desde entonces, no volvió a sentirse feliz.
"Señorita Ku, dado que la última operación no resultó bien, debería tomarse este tiempo para descansar bien. En unos días, enviaré un auto para que la recoja", le indicó Gwen Lau con una expresión seria.
Pero Stacy estaba confundida, así que le preguntó: "Sra. Lau, ¿habrá una segunda operación?".
"¡No! Solo espera mis instrucciones", respondió la asistente.
Efectivamente, unos días después, Gwen Lau envió un automóvil a la puerta de la escuela, y
Stacy fue llevada a una casa grande.
"Señorita Ku, el joven amo llegará en la noche. Por favor, aséese, pues a él le gustan las mujeres limpias", le sugirió el sirviente de la casa.
Stacy apretó los puños y asintió levemente. Lo que más temía finalmente estaba sucediendo... Dado que decidió alquilar su vientre, ¡significaba que tenía que quedar embarazada de su empleador de una u otra manera!
Después de darse un baño, la sirvienta de la casa le dio un conjunto de lencería sexy, el cual era transparente y de gasa fina, por lo que Stacy sentía como si no llevara nada puesto. Por otro lado, el dormitorio estaba muy oscuro, y solo la luz tenue y ambigua de la luna atravesaba la cortina de la ventana, mientras Stacy yacía en una cama extraña, con su cuerpo rígido y temblando.
Después de un rato, la puerta crujió y se abrió, y en la penumbra, una figura alta y oscura se paró junto a la cama. Stacy casi podía sentir su corazón saliendo de su pecho...
El hombre estaba de pie junto a la cama mirando hacia el otro lado, impidiendo que Stacy pudiera verle el rostro, y con las manos en los bolsillos preguntó directa y fríamente: "¿Eres adulta?".
"¿Ah?", exclamó Stacy, hizo una pausa y luego respondió con voz temblorosa: "Bueno, acabo de cumplir dieciocho".
El silencio se mantuvo por un momento hasta que el hombre, con una voz de sorpresa pero algo sarcástica, dijo: "Umm, jovencita".
Stacy pensó por un momento que el hombre se echaría atrás, y como ella solo había recibido la mitad del pago, tenía miedo de que el hombre se arrepintiera, ocasionando que todo lo que ella había padecido fuera en vano. Además, ya se había sometido a una inseminación artificial, por lo que no le importaba a travesar este otro sufrimiento...
Entonces, se apresuró a decir: "No, señor, yo no soy tan joven... De hecho, el médico dijo que estoy bien de salud, y yo estoy lista...".
La habitación se volvió a quedar en silencio, y al ver que el hombre no respondía, Stacy no pudo evitar continuar: "Lo siento por la última vez... le juro que fui muy cuidadosa y no entiendo por qué no funcionó... pero, señor, soy una adulta. Créame...".
Si no fuera por su madre, ella jamás estaría dispuesta a humillarse de esta manera ante un hombre extraño, ni a soportar la vergüenza, impotencia e inferioridad que en ese momento la embargaban.
"Si no quieres continuar con esto, esta es tu última oportunidad", le dijo el hombre con un tono frío en su voz.
"¡No!", exclamó Stacy que casi se echa a llorar, y luego añadió: "Yo quiero continuar...".
De hecho, no podía arrepentirse, pues la salud de su madre no le dejaba otra opción. Entonces, el hombre, de pie junto a la cama, empezó a desabotonarse la camisa, mientras que Stacy, tendida sobre las sábanas, presa del miedo que le causaba la oscura habitación, apretó con fuerza la colcha hasta que finalmente, el alto cuerpo del hombre cayó sobre ella presionándola suavemente...