El 5 de septiembre de 2017, de la nada, Skylar Martin recibió una noticia alarmante.
—Señora Carter, su cáncer de estómago ha llegado a la última etapa. Si no lo trata a tiempo es posible que le queden menos de diez meses de vida. Por favor, prepárese mentalmente.
Skylar no podía creerlo. Un simple examen médico la había empujado al borde de la muerte.
Solo le quedaban diez meses de vida.
Al tiempo que Skylar calmaba su respiración, sacó su teléfono del bolsillo y presionó la marcación rápida.
—Grayson, ¿dónde estás? ¿Volverás a la hora de la cena? Si es así, iré a comprar algunos ingredientes y le pediré al ama de llaves que me ayude a cocinar tus platillos favoritos.
No hubo respuesta durante un largo rato.
Skylar se mordió los labios secos y no pudo contener las lágrimas que rodaron por la palma de su mano.
Del otro lado, Grayson Carter respondió con despreocupación: —No, tengo un compromiso social esta noche. Además, no sabes cocinar.
Luego colgó el teléfono.
Después de recuperarse de la decepción, Skylar respiró hondo y salió tranquilamente del hospital.
No debería esperar que Grayson le respondiera. Se habían casado hace cinco años, y aunque ella había sido una esposa fiel para Grayson, él no se preocupaba por ella.
Debería contentarse con esos cinco años. Incluso cuando Grayson no la amaba, no se arrepentiría de que la acompañara hasta el final de su vida. Como ella no sabía nada, Grayson la había cuidado durante cinco años.
Cuando llegó a casa, el aire frío la hizo temblar. Como de costumbre, comió sola, miró la televisión sola y durmió sola. Esta villa era la casa de Grayson y la suya; aun así, estaba sola la mayor parte del tiempo. Una vez que se acostumbró, ese tipo de soledad no le pareció terrible.
Sin embargo, Skylar estaba aterrorizada en ese momento. Tenía miedo de que nadie se hiciera cargo de Grayson luego de diez meses y que, después de que ella muriera, él se casara con otra persona para reemplazarla como señora Carter.
Aturdida, sintió que la cama se hundió y un cuerpo frío se aferró a ella. Sabiendo que era Grayson, inmediatamente se arrojó a sus brazos. Grayson la sujetó de la cintura sin ningún juego previo.
De repente, Skylar volvió en sí. No podía ver el rostro de Grayson, pero podía sentir su presencia. Ése era el momento en el que se comportaban mejor el uno con el otro.
—Grayson, quiero un hijo.
Había un toque de alivio en la voz de Skylar. Al menos, cuando ella ya no estuviera, un niño podría acompañarlo en su lugar.
—¿No habíamos acordado no tener hijos? ¿Por qué de repente cambiaste de opinión? —preguntó Grayson con frialdad.
Cuando Skylar giró la cabeza lo que contempló fue un hermoso rostro con rasgos afilados. Los ojos oscuros de él miraban los suyos a través de la luz tenue.
—Me gustan los niños. Tengamos uno.
Grayson perdió el interés de manera abrupta. Se separó de ella y se limpió con un pañuelo. No tenía muchos sentimientos por Skylar. —Que me casara contigo era lo que deseaba tu padre, pero nunca planeé que tuviéramos hijos. No lo vuelvas a mencionar y sé una buena señora Carter. No dejes que pierda el interés en ti.
Skylar bajó los ojos y pareció que su corazón se desgarraba. Sabía muy bien que Grayson no la amaba; sin embargo, ella había amado a Grayson durante trece años. Entonces, ¿cómo terminaría ese amor?
—¿Es por ella?
Grayson se detuvo en seco y en sus ojos había una mirada helada.
—Mila Owen.
