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Una segunda oportunidad

Una segunda oportunidad

Autor: Amapola

En proceso

Multimillonario

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Introducción

Ofelia no ha tenido suerte en esta vida desde su llegada. A su corta edad, solo ha sabido de sin sabores. Luego de años de abuso y violencia, encuentra una segunda oportunidad en el amor, de la persona que menos hubiera imaginado.
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Chapter 1

Nunca entendí el por qué de que me fuera a buscar, por qué si mi sola presencia le molestaba tanto.

He estado viviendo aquí hace ya unos 6 años, aún recuerdo el día en que llegue. Desde mis 3 años de vida he estado en un orfanato, por lo que sé mi madre murió, ella me tuvo muy joven, no sé nada de su familia

no se si la tendría o no

solo sé que al morir termine en aquel lugar. A mis 10 años, un hombre apareció en el orfanato para reclamarme, era mi padre. No sabía de su existencia, jamás supe nada de él, como después de tantos años supo de mi, por qué me buscaba, si sabría algo de mi mamá, todas esas y más preguntas llenaron mi cabeza aquella tarde, ninguna tuvo respuesta.

Me subí a su auto llena de esperanzas, bien disfrazadas bajo mi timidez e incertidumbre. Él todo el tiempo en silencio, apenas y me miró.

Subí al auto con mis únicas pertenecías en una bolsa de papel, una muda de ropa, nada más se iba conmigo aquel día.

Él iba manejando y yo sentada al lado, en el lugar del copiloto, el auto se veía de esos de último modelo, de los que salen en las revistas.

No quería mirarlo directamente a los ojos, así que solo trataba de mirar con el rabillo del ojo. Pude notar que tenia ojos azules, casi grises, era alto, vestía bien y olía a cigarrillo.

En todo momento jamás me habló, ni me miró, hasta que yo pronuncie las primeras palabras y diablos, si que me arrepentiría.

- Usted es mi padre?- el miedo me invadió, el silencio y luego paf, un revéz con la mano que me hice dar vuelta la cara y dar la cabeza contra el vidrio de la puerta del auto, así de fuerte fue. Me lleve la mano a mi mejilla, que estaba caliente y ardía, podía sentir sus dedos marcados, podía sentirlos. Me quedé quieta y en silencio, asustada es decir poco.

En ese momento se dió vuelta, me miró con odio y asco.

- Que te quede algo claro, nunca más te dirijas a mí con esa palabra, que ni se te ocurra volver a decirme de esa forma, porque te aseguro pedazo de mierda que la pasarás muy mal.

Me quedé helada, y en ese mismo momento supe que no iba a un lugar mejor, y que nada bueno iba a salir de esto.

Él solo siguió manejando en silencio, tardamos bastante en llegar, era un lugar alejado, casi como si fuera el campo, al final se veía una casa enorme y preciosa, no diría que tenía el aspecto de una mansión moderna, pero sin duda era una casa preciosa con su encanto.

Se baja y me dice que vaya por el fondo del camino, hacía la parte trasera de la casa y que lo espere junto a la puerta de servicio, que él iría a presentarme y arreglar todo.

Me bajo y un hombre se acerca a hablar con él, sigo mi camino en la dirección que me dijo y me quedo en la puerta esperando, mientras llegaba pude ver que realmente el lugar era enorme, imponente, mucha tierra, mucho verde, árboles, y mucha vegetación sin fin, realmente no se veía donde terminaba la propiedad.

En eso se acerca el hombre, pasa y abre la puerta que da a una despensa, abarrotada de alimentos y utensilios, se sigue por un pasillo que da a otro almacén y del otro lado una cámara de frío, supongo que algo así como una heladera gigante, sigue su paso hasta llegar a una cocina enorme. En este lugar está una señora mayor de unos 50 años quizás, por lo que escuche es la ama de llaves, en ningún momento le dice que soy su hija, solo que desde hoy estaré trabajando aquí, que me den un uniforme, me ubiquen una cama en cualquier lugar y que nadie me dirija la palabra, tenían prohibido socializar conmigo más de lo permitido. La señora escucho y asintió a todo.

Él se fue, no se dirigió a mí, ni siquiera me miró.

La señora me llevo a la lavandería y me entrego un uniforme, y a partir de ahí me dió todo un recorrido por el área de la cocina, las despensas, lavandería, el baño de servicio y al final mi habitación. Era un lugar pequeño, sin mucho ánimo de ser más que eso, a la par de todo lo que me había mostrado, realmente era una tristeza y no creo que allá tenido tiempos mejores, no tenía ventanas, pero si tenía una puerta que daba directamente afuera, a un patio trasero que a su vez tenía una pileta y más al fondo una línea larga de cordeles para tender ropa, supongo que en otros tiempos quizás fue una lavandería u otra despensa.

Me conforme, a como había empezado todo no estaba para quejarme.

La habitación era una cama, una mesita de luz y una silla, ni siquiera contaba con un ropero, pero dado que todo mi equipaje era una bolsa de papel con una muda de ropa, no ví un problema en eso.

Dejé "mi equipaje" y me puse el uniforme para empezar con mis tareas, ya que al parecer aquí sería sirvienta o quizás mucama, aún no lo sabía.