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Renacimiento: es asesina mi esposa, la más bella de la escuela

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Introducción

Augustine, la famosa asesina, renace en el cuepro de Caroline Caron, la hija marginada de la familia Caron. ¡¿Tiene exceso de peso?! Está bien, ya que nunca es demasiado tarde para perder peso. Es débil. ¡No te preocupes! Nunca es tarde para impulsar la posición en la familia. Es tímida y la insultan con frecuencia. ¡Es el momento de transformarte en una astuta reina! Después de vengar la ofensa en los ofensores, Augustine está lista para emepzar su vida sin límites. Pero Clément, el distante y misterioso, preguntó: : "¿Cuándo nos casaremos?"
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Chapter 1

En un lóbrego calabozo de cierto pueblo desolado de Camboya, Augustine Caron yacía encadenada a una silla, con el cuerpo repleto de incontables marcas de latigazos y cortes. Béatrice Rousseau había hecho uso de toda tortura habida y por haber, presenciando su sufrimiento al tiempo que la privaba del consuelo mortal.

La torturadora miró a la torturada desde arriba, antes de bufarle burlonamente. "Así que a esto ha quedado reducida la famosa maestra asesina Augustine Caron..."

Y dicho esto, cogió una daga de la mesa antes de sajarle tortuosamente los tendones de la mano derecha a la encadenada.

Augustíne bramó repetidas veces, quebrándose la voz por momentos. "¿P-por qué...?", jadeó a los pocos segundos de haber dejado de gritar. "¿Por qué me... haces esto...?"

"Porque no eres más que una lacaya miserable, una mera herramienta de Abyss Group. Théo Leroux es mío, ¿te queda claro? ¡Todo esto te pasa por z*rrearle a mi hombre!"

Béatrice procedió a ensartarle abruptamente el puñal en el muslo, retorciendo con saña y haciendo que de la cruenta herida manaran borbotones de espeso rojo.

"Théo y yo nos vamos a casar pronto, y me aseguraré entonces de que nadie en Abyss se acuerde siquiera de tu existencia, sucia huérfana sin nombre y sin hogar... ¡Todo el mundo te olvidará!", escupió Béatrice.

"¡No, Théo no dejará que pase eso!", negó Augustíne con la cabeza desesperadamente.

Justo en ese instante llegaron los secuaces de Béatrice para arrojar al calabozo a un joven adolescente. Se trataba de Enzo, hermano menor de Augustine que ella misma había criado haciendo las veces de madre. Cuando vio que Béatrice le disparaba de manera inmisericorde en la pierna frente a sus ojos, la chica se desgañitó: ¡¡No!! ¡No le hagáis nada!"

"¡Arrodíllate, entonces! ¡Arrodíllate y suplícame!", le ordenó la otra. y ella cayó de rodillas sin dudarlo, doblándose en una pronunciada reverencia.

"Lo siento, señorita Rousseau... ¡Lo siento! Ha sido una locura, está claro que no soy digna del señor Leroux... ¡Por favor, no haga daño a mi hermano!"

Béatrice se carcajeó ruidosamente, radiante de satisfacción, y acto seguido blandió el arma hacia el pequeño Enzo y apretó el gatillo, atravesándose la cabeza limpiamente.

"¡¡¡No...!!!", tronó su hermana, ahogándose en un llanto desconsolado. "¡Te mataré...! ¡¡Te mataré, Béatrice Rousseau!!"

"No me digas.", volvió a mofarse ella. Un segundo disparo resonó entre las cuatro oscuras paredes, y Augustine se desplomó sobre el suelo, notando un gélido agujero en el pecho a la vez que oí de fondo y con impotencia la voz de su ejecutora.

"¿Quieres vengarte? Pues tendrás que reencarnarte. ¡Dale un tajo en la cara y tírala a la jungla, que sea pasto de las fieras!"

Sintió la fría hoja percutirle la piel de la cara, y a continuación la arrojaron al bosque como si fuera un saco de basura maloliente. Allí, en la intemperie camboyana, nadie acudiría en su auxilio.

En esta vida, merecía morir miserablemente por haber confiado en un hombre. Sin embargo, de haber una próxima existencia para ella..., se juró a sí misma encontrar a aquella mujer y aniquilarla de la peor manera posible.

Augustine incorporó el torso malamente, sentada y sujetándose su dolorida cabeza. Le pesaron los miembros como si estuviesen hechos de plomo, más que dormidos, a su tortuoso paso hasta el baño. "¡Ah!" Al llegar adentro, profirió un chillido de estupor.

El rostro que le devolvía la mirada desde el espejo seguía siendo el suyo propio, pero con papada y mucho más rollizo. Abrumada, se agarró el michelín de la barriga. Debía de rondar los setenta y pico kilos de peso.

Husmeando, dio con el historial médico junto a la cama, el cual rezaba claramente: 'Caroline Caron, 18 años, mujer, conmoción cerebral.'.

¿Quién era esa tal Carolina Caron?

Los recuerdos de la susodicha le llovieron en la mente. Se trataba de la hija marginada de la familia Caron, débil y enfermiza desde su infancia, deficiente académicamente, desprovista del cariño o cuidado de su padre Robin Caron, su madrastra Christine, su hermano Antoine y sus hermanas Élisabeth y Hélène, así como despreciada por su abuelo. En resumen, una persona detestable a ojos de su propia familia, débil e incompetente en varias áreas.

Augustíne suspiró hondo, frustrada sumamente por haber renacido en semejante cuerpo. La Augustine Caron de su vida anterior derrochaba orgullo y luz, una asesina de profesión con una forma física impecable, en todos los sentidos.

Si ni esa más que sobresaliente versión de ella misma acabó perdiendo la vida a manos de Béatrice en Camboya, ¿cómo iba a darle la vuelta a la tortilla siendo una adolescente regordeta, vilipendiada y negada?

Tras encontrar un teléfono, buscó en el navegador noticias acerca de Abyss Group. En efecto, se topó de primeras con los numerosos titulares del compromiso entre Théo Leroux y Béatrice Rousseau, con fotos de esta última posando tímidamente y sonriendo justo al otro. "Por supuesto que protegeré a quien amo...", figuraba una cita suya de entrevista, acompañada de ingentes elogios por parte de la prensa.

Menudo par... Tal para cual, desde luego.

Théo le había prometido que la misión en Camboya sería la última, después de la cual la sacaría del cuerpo de asesinos de Abyss para que ambos estuviesen juntos para siempre, al fin.

Nada más lejos de la realidad.

Béatrice, que ya estaba al corriente de su misión, la apresó y torturó hasta la muerte. Para colmo, Théo le dio la espalda miserablemente y se declaró a Béatrice.

Augustine apretó los puños. ¡Théo Leroux...! ¡¡Beatrice Rousseau...!! Ahora que se había reencarnado, no descansaría hasta ajusticiarles, vengar su tortura y la muerte de su hermano.

Y para ello, primero debía impulsar la posición de Caroline Caron en la familia. Ese sería su propósito inicial.