Viajar muchas horas en clase turista no es nada agradable, pero lo que nunca imaginé es que el asiento que había comprado estaba reservado por la policía, debido a que trasladaban a un detenido y gracias a eso me pasaron a primera clase, lo cual suponía comodidad y un vuelo de lo más lujoso cosa que nunca me habría permitido por mis propios medios.
Frente a mí estaba sentado un hombre que me llamaba mucho la atención, mi mirada no se desprendía de su elegante y atractivo rostro.
Un hormigueo recorre mi cuerpo, ocasionando que mi cara se calentara y un rubor natural se pintara en mis mejillas cuando me doy cuenta de que el chico tan guapo que tengo cerca me miraba con una sonrisa perfecta, desvié mi vista de manera nerviosa, ya que el bello rostro del hombre me sigue observando, pero manteniendo esa sonrisa insuperable.
Me gustaría catar esos labios carnosos que me están sonriendo.
Agito mi cabeza intentando sacar cualquier pensamiento sucio y me dispongo hablarle.
—¿De qué se ríe? — solté sin pelos en la lengua.
—De lo hermosa que es usted cuando me mira —contesta sin romper la sonrisa.
Muerdo el labio inferior por los nervios que causaron sus palabras, que hicieron sonar con esa notoriedad.
— No deberías morder ese lindo labio con tanta intensidad, te lo lastimaras — añade él.
Reaccioné a lo que me acaba de decir y suelto mi labio de golpe.
— ¿Le importaría?... —pregunté, pero no me contestó. —Me refiero a lo de lastimarlo —le vuelvo a decir.
— Por supuesto, se merecen ser mimados, y no lastimados —añade con mucha seguridad.
La conversación que empezamos a mantener comenzó a subir de tono, y la verdad hablar con semejante hombre hace que un delicado fuego se encienda en mi interior.
— Es que no tengo quien los mime — dije restándole importancia a mis palabras.
El hombre cuyo nombre aún no sabía se ríe soltando una linda carcajada.
— Si me lo permites con gusto lo haría — expresa después de terminar de reír.
No soy una chica fácil, pero tampoco voy a negar que este tipo me gusta mucho, su atractivo me impactó tanto que origina en mi aceptar su propuesta sin duda alguna.
— Lo siento, pero no soy una presa fácil — le informé.
Después giré mi cabeza a la ventanilla del avión. Más tarde escuchó su excitante voz hablarme de nuevo.
— Por cierto, no nos hemos presentado, me llamo Sahir.
— Encantada Sahir, soy Hadassah, pero me llaman Hada.
— Bonito nombre Hada.
— Gracias — baje la mirada.
No articule ni una palabra más después de agradecerle su cumplido.
Este viaje será bastante largo, ya que toco en vacaciones escolares, así que estaré por dos meses en este maravilloso y caluroso país.
La pregunta es ¿Dónde me quedaré?, fácil.
Hace un año conocí a una chica en el Caribe, de descendencia árabe, ella vive en Abu Dabi y como mantuvimos contacto me invitó a pasar estos dos meses en su casa, acepté de inmediato, ya que los días que pasamos juntas hicimos muy buenas migas y que mejor pasar este tiempo con Nabila, ese es su nombre que significa "nobleza".
Vuelvo a mirar a Sahir, que está concentrado en su laptop. Mido cada centímetro de su perfecto rostro.
Suspiro por los sentimientos que brotaban en mí al deleitarlo con la mirada.
Intenté distraerme poniéndome los auriculares en mis oídos y subí el volumen de la música.
Narra Sahir.
La hermosura que desata Hada en la claridad de su mirada desencadenó en mí un sentimiento difícil de entender, me di cuenta de que no dejaba de mirarme y no pude evitar sonreírle.
El rubor que brotó de sus mejillas al ver mi acción hizo que deseara más su cercanía, esto no es usual en mí, pero ella causó un anhelo extraño hacia su persona.
Estuve de vacaciones en España, hoy regreso a mi hogar donde mis padres y hermanos me esperan con ansias, el trabajo me reclama y el descanso llegó a su fin.
Me llamo Sahir Al Kamal, vivo en Abu Dhabi y tengo treinta años, soy director y dueño de uno de los bancos más conocidos de los Emiratos Árabes Unidos.
Y dirán ¿por qué un multimillonario como yo no tiene su propio avión privado?, pues la respuesta es simple; Tengo más de uno, pero soy de esas personas que le gusta pasar desapercibido, a veces me apetece viajar con gente que no conozco y compartir un mismo espacio, gracias a ello hoy puedo decir que conocí a la mujer más bella que vieron mis ojos después de mi madre.
Hada se instaló en mis pensamientos sin previo aviso.