"Señorita Jackson, quítese la ropa por favor", dijo inexpresivamente y con un toque de impertinencia en sus apagados ojos la anciana mucama.
Samantha Jackson se mordió el labio inferior de manera nerviosa y dijo; "¿Por qué tengo que quitarme la ropa?".
"Bueno, Madame ha gastado muchísimo dinero en ti como novia de la buena suerte. No rechazarás esta pequeña inspección, ¿verdad?", contestó la señora con una ligera sonrisa y algo de desprecio.
El rostro de la joven palideció y en seguida se sonrojo. Completamente avergonzada, tiró de la esquina de su camisa. "Yo... nunca había tenido novio antes...", confesó.
Sin embargo, la mucama actuó como si no la hubiera oído, y con impaciencia, dijo; "¡Date prisa!, Madame está esperando a que regrese".
Con mucha vergüenza, la chica se mordió el labio con tanta fuerza que casi sangró.
Samantha era la segunda hija de la familia Jackson, y aunque no era la favorita y a menudo la molestaban, nunca había sufrido semejante humillación.
Siempre había sabido que su padre, su tía y su hermana no la querían por ser hija ilegítima; mas, no esperaba que para financiar los gastos de Jackson Pharma, su padre optara por venderla como novia joven a otra familia para que le diera suerte.
Con su destino escrito, antes de salir de su casa, su hermana Wynette Jackson fue a verla en persona para advertirle que su futuro esposo era un demonio asesino.
Todo el mundo sabía que cuando se hablaba de la familia Falcon de Ciudad Jangley, se hablaba de personas que habían sido fuertes durante siglos y que dominaban el curso del país A. El jefe de aquella familia, Henderson Falcon, era conocido por los forasteros como el "Maestro Falcon"; y los rumores lo describían de todo tipo de maneras diabólicas, como si de un diablo asesino, engañoso y despiadado se tratara.
De hecho, la gente corría y se escondía cuando su nombre era pronunciado, así que era imposible siquiera concebir la idea de que alguien se casaría con el "demonio". Por eso, cuando la anciana Madame de la familia Falcon buscaba una candidata como novia de la suerte de Henderson tras una grave lesión, Samantha fue la elegida.
Así, como Jackson Pharma necesitaba dinero y la familia Falcon necesitaba una novia joven, fue un buen trato y un negocio agradable para ambas partes. Sin embargo, el primer día que la mujer llegó a la casa de los Falcon, la llevaron a una habitación oscura para someterla a un examen físico.
La mucama se estaba enfadando ante su resistencia. "Señorita Jackson, si bien he reservado su dignidad al dirigirme a usted como 'señorita', ¡no actúe como si fuera una princesa mimada! ¡Sé exactamente qué tipo de persona es! ¿Cree que quiero hacer esto? Solo obedezca, ¿de acuerdo? Después de todo, ¿quién sabe cuánto tiempo va a permanecer con vida?, el señor Falcon ha matado a muchas ya...".
"Está bien, no diga más". La voz de Samantha era tan baja y suave, que cualquiera se sentiría encantado de escucharla; además, tenía un leve acento característico del sur de Jangley. "Ya entendí... yo... me desnudaré", dijo nerviosa.
La empleada levantó las cejas y se burló mientras miraba a la joven de arriba abajo con indiferencia.
Cabe recalcar que la Madame tenía un gusto excepcional al momento de elegir una novia joven. No por nada, el pequeño rostro de Samantha, el cual era del tamaño de una palma, parecía inocentemente dulce; sus cejas eran particularmente hermosas, como flores de durazno en plena lluvia de primavera. Además, tenían tan claros como el cristal, brillantes y sin impurezas; y su delicada piel era del color de la nata, casi tan suave y blanda como el pudín de leche.
Sin mencionar que solo tenía 18 años y aún era una jovencita. Si lograba sobrevivir, ¡sin duda sería la más cautivadora mujer de ese país!
Los finos y delgados dedos de Samantha se cernían sobre los botones de su camisa, y justo cuando estaba a punto de desabrocharlos, una voz gritó repentinamente desde el exterior; "¡Señora! ¡La Madame ordena que la lleves a Angelfalls lo antes posible! ¡Parece que el Maestro Falcon está muriendo!".
El mensaje sorprendió a la mucama, y se quedó desconcertada por un momento antes de responder; "Pero, aún no he examinado su cuerpo ...".