DIOS ES EN TI, COMO EN MÍ,
LA EXPRESIÓN SUPREMA
Gabriel Terán Ruiz
Nota del autor:
Nada de lo que a continuación cuento, me pertenece. Es tan solo experiencia de vida, solo información adquirida de otra gente y de algunos sueños. Ni siquiera el argumento principal «las doce leyes» es de mi invención. Tampoco es mérito expresarlo, pues lo hago torpemente, solo se salva mi intención. Escribiré con la sana intención de ser útil a los demás, mas líbrame, señor, de la vanidad.
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PRÓLOGO
En un mundo donde el Estado de bienestar había llegado hasta el más recóndito lugar, sus habitantes, en su conciencia, deciden la empresa de exportarlo al resto del universo. La intención es buena, solo quieren ayudar a otros mundos en desarrollo para que alcancen el equilibrio con el menor sufrimiento posible.
Rangil es el Maestro Felicidad del segundo cuadrante, su vida había sido un ejemplo de armonía. Desde su niñez, solo tenía que recordar y aplicar todo lo que le había sucedido en los demás seres, él sabía toda la teoría, solo tenía que llevarla a la práctica.
Nacido en el continente europeo hacía casi medio siglo, en una familia de clase media y en una sociedad donde casi todo el mundo lo era, recibió de sus padres y hermana, nueve años mayor que él, todo el cariño y atención de forma natural, sin tener que destacar ni esforzarse. La bondad, por tanto, había sido herramienta suficiente para conseguir lo que quisiera en la vida. ¿Quién mejor que él que no conocía el rencor ni la maldad para la tarea de expandir la felicidad por doquier? Sin embargo, siempre hay un «pero», pues todos venimos a este mundo a aprender, sobre todo aquellos a los que infligimos la responsabilidad de llamarlos maestros.
LAS DOCE LEYES
1. Oiré sin juzgar
2. Opinaré sin aconsejar
3. Confiaré sin exigir
4. Ayudaré a los seres que me encomienden, sin decidir por ellos
5. Cuidaré de su bienestar sin anular su voluntad
6. Confortaré sin asfixiar
7. Animaré sin empujar
8. Sostendré sin hacerme cargo
9. Protegeré sin mentiras
10. Estaré a su lado sin invadirles
11. Conoceré y aceptaré sin intentar cambiar
12. No pretenderé, no forzaré, no perseguiré empresa alguna,
solo por beneficio propio.
Por supuesto, él sentía hasta en lo más profundo de su alma que la felicidad era el camino como si no hubiera podido desempeñar el papel que le había sido encomendado. Rangil era sabio, la esencia de su alma era la bondad y, en su intención, nadie ni nada podía esperar de él algo negativo, creía fervientemente en su misión y tenía la firme decisión de llevarla a cabo.
LA LLEGADA
El mundo en cuestión se llamaba Nova16, algo más pequeño que la Tierra. Era el primer planeta de un sol también algo menor y contaba con tres satélites: el mayor, de los cuales no sobrepasaría la mitad de la superficie de la luna terrestre; su órbita elíptica presentaba también al planeta en inclinaciones diferentes así cuando en el norte era verano, en el sur invierno. Al ser más pequeño, la rotación total sobre sí mismo duraba solo veintitrés horas. Rangil sabía que nada de esto era por casualidad. El arquitecto de este sistema planetario, seguramente, sería el mismo que el del suyo o, por lo menos, de la misma escuela. Diferentes formas de vida con distintos estados de consciencia habitaban su espacio terrestre, que ocupaba ambos polos separados por un gran mar que abarcaba el ecuador y un meridiano a cada lado, nada más llegar, oyó.