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Pareja Alumna del Profesor Atractivo

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Hombre Lobo

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Introduction

¿Alguna vez te has llevado el susto de tu vida al enterarte de que el hombre que más odias el primer día de universidad es tu profesor guapo y, sorpresa, sorpresa, sorpresa, también tu compañero de habitación? Además, ¡él no pertenece al mundo de los humanos! Entre pasados amargos y relaciones complicadas se añade el miedo al Señor Oscuro, que está empeñado en destruir todo el mundo sobrenatural, así como el mundo humano. ¿Conseguirán los compañeros de piso ponerse de acuerdo y ser por fin uno con los demás? ¿Permitirán las leyes humanas que la relación estudiante-profesor se convierta en un romance satisfactorio? ¿Será capaz el último licántropo superviviente en el mundo humano de vengar la muerte de su manada de licántropos de sangre pura? Y, por último, ¿sobrevivirá la raza licántropa?
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Chapter 1

Punto de vista de Isabela

"¡¿ES EN SERIO?!" Me estremecí al ver quién era mi compañero de cuarto.

"Por favor, dime que eres la señora de la limpieza," suplicó la persona dentro del dormitorio con un tono grosero.

"Y yo espero que tú seas el plomero," le respondí.

"¡Guau! Disculpa, pero por más que este sexy ejemplar frente a ti pueda verse muy atractivo haciendo trabajos de plomería sin camisa, te pido que mantengas tus fantasías pervertidas para ti misma," respondió con arrogancia. "Ahora, si me disculpas, por favor, tengo que dormir. Esta cara bonita necesita al menos ocho horas de sueño para verse así de bien," añadió mientras me empujaba del hombro hacia afuera, para luego cerrarme la puerta en la cara.

"¿Qué c*rajo?" maldije con incredulidad. De inmediato, comencé a tocar con fuerza la puerta, haciendo un escándalo.

"¿Qué te pasa, p*rra? ¿Acaso quieres derribar mi puerta?," gritó el irritante pedazo de m*erda después de abrir la puerta una vez más.

"Vete a la m*erda," repliqué enojada mientras lo empujaba y pisaba sus pies con fuerza, para luego pasar mi equipaje por encima de ellos.

"¡M*ldición!" El hombre se quejó con un dolor agonizante a la vez que se quedaba aturdido de pie junto a la puerta. Luego la cerró.

"No puedo creer que, siendo tan grande esta universidad, no hayan podido asignarme un dormitorio decente con una compañera de cuarto decente," comenté, observando el impecable entorno que me rodeaba.

"Y yo no puedo creer que tus padres no pudieran tener una hija decente." Resopló el chico con burla.

"¿Cuál es tu habitación?" pregunté, ignorando su insulto tan humillante.

Sin lugar a duda, el apartamento estaba muy bien cuidado. Incluso ambas habitaciones tenían las camas bien hechas y se veían impecables.

Hasta parecía como si el hombre tuviera fobia a los gérmenes o fuera un obsesivo de la limpieza... o ambas cosas.

"Ambas son MÍAS. Ahora, saca tu asqueroso trasero de aquí y pide que te cambien de habitación," exigió el guapo hombre de metro ochenta.

"Entonces, supongo que la tuya es la de la izquierda." Me encogí de hombros y arrastré mi equipaje hasta la otra habitación. Tras esto, cerré la puerta con fuerza.

Sin perder el tiempo, el chico tocó la puerta. Dudé en abrir por un momento, pero luego escuché su voz suplicante.

"Señorita, por favor, abra la puerta. Necesito mis cosas," me pidió, así que volví a abrir.

Sin embargo, tan pronto como lo dejé entrar, me arrepentí de mi decisión.

"¡¿Qué c*rajos?! ¡¿Qué m*erda haces?!" grité al verlo tocar su pantalón de pijama, dando la impresión de que se la estaba quitando.

"¿Qué te parece que hago?" preguntó con una sonrisa malvada.

"¿Vas a orinar en la cama para marcar tu territorio?" repliqué insegura. Al menos esto era lo que me había parecido que haría.

"…"

"…"

"¿Acaso crees que soy un perro?" preguntó desconcertado.

"Sí, y uno muy desagradable," respondí. "Por favor, no me muerdas," le supliqué. "Fuera, perrito, fuera," continué diciendo de forma dramática mientras agitaba la mano para ahuyentarlo de mi habitación.

"Qué est*pida." Resopló y caminó hacia el armario de la habitación para coger sus cosas.

"¿Para qué diablos haces como si fueras a quitarte el pijama si solo ibas a sacar tus cosas?" le pregunté indignada.

"Porque estaba ajustando el elástico para poder arrodillarme y recoger esto," respondió enojado, señalando sus cosas.

"¡Oh!" exclamé con timidez. Estaba segura de que mis mejillas se habían tornado rosadas y que me veía como una tonta.

"Por cierto, me llamo Kevin. ¿Y tú?" añadió a la vez que recogía todas sus pertenencias.

"Soy Rodriguez, Isabela Rodriguez."

"Y yo soy Bond, James Bond," dijo con un aire dramático, imitando mi voz.

"Eres un grosero," comenté con una expresión de molestia en el rostro.

"Y usted no es lo que llamemos encantadora, señorita."

"Ya puedo ver lo miserable que será el año contigo," dije con un suspiro.

"Entonces pide que te cambien de habitación." Se encogió de hombros.

"Ya lo intenté, genio," resoplé con frustración. "La decana en persona me dijo que todos los dormitorios estaban llenos, a excepción de esta m*ldita habitación de aquí," me quejé.

"Entonces, ve y quédate con tus padres o alquila un apartamento cerca," sugirió.

"No me digas lo que debo hacer. Sin embargo, como estás tan interesado en mi vida, déjame decirte que estoy aquí con una beca y tengo la intención de aprovechar al máximo sus beneficios. Eso incluye el alojamiento gratuito en la universidad" Con cada palabra, alzaba más la voz. Terminé gritando a todo pulmón mientras empujaba con fuerza el pecho del chico, quien solo me observaba con los ojos bien abiertos.

"¿Cuántos años tienes, Isabela?" insistió muy serio con una ceja enarcada.

"Tengo 17 años, pero en un mes cumplo 18," respondí. "¿Por qué?" lo cuestioné, con los brazos cruzados frente a mi pecho.

"¿La decana te asignó una habitación con un profesor?" preguntó con asombro, siendo más una afirmación que una pregunta. "¿Y cómo es que entraste en la universidad tan joven?"

Abrí la boca con sorpresa y la expresión de mi rostro reflejaba asombro.

"¡¿ERES UN QUÉ?!" grité una vez que procesé sus palabras.

"Estas son las habitaciones de la facultad," respondió divertido con una sonrisa de satisfacción.

"Aj, odio esa sonrisa," pensé al verlo.

No solo me iba a quedar con un id*ota, sino también que este idi*ta era un profesor.

"¡Excelente! ¡M*ldita suerte la mía!"

Este espacioso departamento era más que prueba suficiente de ello, ya que los dormitorios para estudiantes no solían ser tan acogedores.

Este espacioso departamento era más que prueba suficiente de ello, ya que los dormitorios para estudiantes no solían ser tan acogedores.

"Solo me tengo que acostumbrar. Aunque no creo que sea posible con este id*ota."