Hace unos días hicimos una redada a una pequeña pandilla de cincuenta integrantes mas o menos. Como era habitual que de cada redada se hacían ciertos interrogatorios, algunos al borde de lo legal, y en ese borde me encontraba yo. Nadie en mi división tenia problemas con eso, es mas, les solucionaba el no tener que hacerlo ellos y como a mis superiores no les importaba, yo seguía haciendo mi trabajo, o al menos eso intentaba.
Mi padre Raf me había dicho en varias ocasiones que seguir interrogando a los prisioneros de esa manera me traería muchos problemas y era entendible, pero lo que el no sabia es que nadie si iba a atrever a meterse conmigo, no con la clase de información que tengo en mi poder o la clase de tratos que les he traído a los altos mandos del FBI, y demás organizaciones gubernamentales. Muchas personas caerían si alguno se atrevía siquiera a pensar en joder mi existencia, para ellos lo que yo hacia era minúsculo al lado de las atrocidades que ellos habían cometido. Pero en fin, cada uno tiene una carga en su vida y la mía, es proteger a mi familia. No me importaba nada mas que eso.
Las preguntas que realice en el interrogatorio eran muy básicas, a decir verdad, pero la manera de preguntarlas, ese era otro asunto. Mientras los interrogaba un nombre resonó en cada uno de ellos, "El hombre del pecado". ¿Quien era este "Hombre del pecado" y porque su nombre era mas conocido que el mío últimamente?. Necesitaba hacer algunas preguntas mas, pero la curiosidad era demasiado grande.
Y últimamente "El hombre del pecado" se había vuelto muy conocido, el nombre llevaba años dando vueltas por las calles pero recientemente había cobrado fuerza, y mas en Los Ángeles. Según mis contactos se había adueñado del mercado de armas poco a poco, año tras año, ganando así exportación y distribución absolutas de dichas armas. Pero con este tipo o tipa, valla uno a saber, una cuenta pendiente desde hace años cuando Gerard Argent repartió armas a todo Beacon Hills para eliminar a los seres sobrenaturales, de pasarme semanas investigando de donde habían salido las armas, descubrí que habían sido vendidas por "El hombre del pecado", así que quería como mínimo romperle las malditas piernas y metérselas por el culo tan profundo que sus dedos rasparían su maldita garganta.
Ahora mismo me encontraba en Los Ángeles, hace varios días me llego la información de que un hombre llamado Lucifer Morningstar seria ese "Hombre del pecado" que tanto buscaba, lo bueno que tenia una buena excusa para estar aquí, mi padre Raf me había pedido que le entregara unos documentos a al nuevo teniente de este recinto, Marcus Pierce era su nombre. Mentiría si dijera que no le investigue antes de venir, había algo en el que no me cuadraba del todo pero con el tiempo espero averiguarlo.
Estaba parada en la parte superior de la escalera viendo como un hombre alto y robusto, se encontraba parado al final de estas mientras un grupo policías se encontraba al su alrededor, como si esperar que les diera un discurso o algo así. Pasaron unos minutos hasta que finalmente hablo.
-Soy el teniente Marcus Pierce-.
Y tuvo una pequeña pausa, supongo que los estaba analizando o solo le gustaba el dramatismo. Cuando finalmente hablo, sus palabras cayeron como un balde de agua fría para todos los que tenían una sonrisa en su rostro.
-Ahora a trabajar-
<Al menos va directo al punto>, pensé.
Aun así solo una persona aplaudió, una chica, morena, se veía demasiado, ¿Entusiasmada?. Sentí una enorme vergüenza ajena por ella.
Cuando comenzó a disolverse el tumulto de gente, varios se acercaron a dicho teniente pero solo uno en particular llamo mi atención, era alto de traje negro, camisa blanca. Ya lo había visto en fotos y algunos videos, Lucifer Morningstar. Solo espero que este sea el estúpido "Hombre del pecado" o voy a destrozar esta ciudad hasta que no quede nada.
Deje de lado mis pensamientos y me dirigí a hacer lo que tenia que hacer. Termine de bajar las escaleras y camine hacia el nuevo teniente, debo decir que de frente es mucho mas atractivo.
-Teniente Pierce- le hable firmemente-
-Les dije que a trabajar. Por si no me escucho- se limito a decir-
Idiota.
-Brenda McCall. Mi padre es el agente especial...-
-Rafael McCall- comento completando mi frase-
Asentí en respuesta.
-Me pidió que le trajera unos documentos por su traslado- enseñándole una carpeta de color azul dentro de mi bolso-
-Si, lo recuerdo, anoche me llamo para avisarme que vendría, me disculpo por mi actitud- se disculpo, pero aun así su mirada decía otra cosa- Vallamos a mi oficina-
Asentí sin decir una palabra y lo seguí.
Una vez dentro le entregue dicha carpeta. Esta contenía algunos papeles de su traslado y varios nombres, direcciones, historiales criminales, todo lo necesario para un arresto masivo por trafico de drogas. Era una nueva redada que el FBI le había otorgado a su división para celebrar su traslado.
-Su padre también comento que fue su idea-
Se inclino hacia adelante, apoyando sus manos sobre la carpeta.
Parecía tranquilo o eso aparentaba pero yo sabia muy bien lo que estaba haciendo, me estaba analizando, tal como yo lo hacia con el desde que llegue.
-Si- me limite decir-
-¿Como?-
Debo admitir que verlo reclinarse hacia atrás en su silla me dieron ganas de sentarme sobre sus piernas. Quite ese pensamiento de mi cabeza antes de responderle-
-Lo que quiero decir, esta información...no abra sido fácil de conseguir-
Realizo otra pequeña pausa antes de continuar hablando. <Que dramático>,pensé
-La mayoría de estos nombres son clasificados. La gran mayoría diría yo-
-Tengo mis contactos-
No me gustaba dar información de mas si no era precisamente necesaria y menos si pueden usarla en mi contra.
-Digamos que su carrera me inspiro un poco y quise recompensarlo un poco. No todos los días alguien tan condecorado como usted toma una división tan desastrosa como esta. Ahora si me disculpa tengo cocas que hacer-
Me levante de mi asiento y me encamine hasta la puerta.
-También menciono que esta desempleada- hablo con calma-
¡Ja!, Si claro.
-Es verdad- afirme sin detenerme-
-Para alguien que trabajo en el FBI y otras agencias esperaba a alguien mas...dócil-
¿De verdad dijo "dócil"?.
-Para alguien que dice que no le gusta hablar, hoy esta demasiado hablador- replique-
-Touché- respondió con una muy limitada sonrisa-
Solo me limite a imitar su sonrisa. Por suerte todo iba según mi plan. Le pedí a mi padre que le comentara que estaba suspendida con goce de sueldo ya que me había pasado en el interrogatorio de un preso y por eso me gane una suspensión. Una vez fuera de su oficina me encamine hacia las escaleras, chocando con alguien en el camino.
-Lo siento. No fue mi intención- se disculpo dicha persona-
El hombre era alto, morocho, cabeza rapada, barba de candado, y al mirarlo a los ojos una sensación de calma me abrumo, era tan fuerte que sentí que me caería si no me sujetaba de algo. El lo noto enseguida y me sujeto de los hombros. Me sentía débil, jamás me había pasado algo así, ¿Que era esta sensación?. De repente una abrumantes ganas de llorar me invadieron, ¿Que carajos me estaba pasando?-
-No te preocu...-
-¿Estas bien?- me pregunto interrumpiéndome mientras me miraba algo extrañado, como si tratara de recordar donde nos habíamos visto- ¿Te conozco?
-Estoy bien- <Solo quiero llorar como una bebe>, pensé- No, no creo-
Tenia que dejar de verlo o de verdad me iba a poner a llorar. Quite mi vista de sus ojos y algo a su espalda me llamo la atención, tenia alas. ¿Alas?, ¿Tiene alas?, ¿Como?. Santísima mierda, de verdad tenia alas enormes y negras, aunque se veían de la mierda, como si le hubieran dado una terrible paliza. Tenia tantas preguntas en ese momento, que ni siquiera pude controlar lo que salió de mi boca en ese instante.
-Tus alas...están rotas...-
-Tu pue...-
No lo le di tiempo para responderme, salí de ahí tan rápido como pude, creo que nunca había salido tan rápido de un lugar como ahora o bueno quizás si, pero nunca había visto a alguien con alas como yo. Había visto dos canimas, un sabueso infernal, algunos híbridos, un enorme lobo gigante asesino, doctores psicóticos, un lobo alfa nazi y muchas cosas mas, digo vivo en Beacon Hills, la cuna de lo sobrenatural pero nunca nadie con alas, al menos como las de ese tipo o como las mías. Tengo tantas preguntas ahora mismo. Pero lo que si sabia y sentía era la opresión en el pecho y las terribles ganas de llorar, una vez que salí a la calle respire hondo, y camine lo mas lejos que pude de ese lugar.
.......................
En otro lado de la cuidad, mas tarde esa noche.
Las puertas de elevador se abrieron dejando ver a un muy cansado Lucifer, soltando suspiros, salió directo hacia la barra a servirse un trago, de todo había sido un largo día. A medio camino se percato de que su hermano se encontraba sentado en su sala de estar.
-Hola hermano- hablo mientras caminaba para prepararse un muy merecido trago-¿Remedios curo tus males?, ¿El masaje hizo que algo volviera a funcionar?, Hablo de tus alas. Obvio- se burlo-
-No, las mías aun no sirven...pero las tuyas, según entiendo- comento mientras le mostraba una pluma blanca a su hermano-.
-Ah, Ah...-
-Lucifer, no me enoja que hallas recuperado tus alas, de alguna forma, y que las hallas cortado de nuevo, si importar lo indigno...-
Lucifer trato de hablar pero nada salía de su boca, solo se quedo observando a su hermano.
-Estoy molesto conmigo- continuo-Porque al parecer, de algún modo, sentir que no podías confiar en mi-
-Bueno, comparar partes del cuerpo nunca es bueno para el ego masculino, en especial, entre hermanos - respondió antes de beber su trago-
-Pero es eso, Lucy- se levanto de su asiento y camino lento hasta su hermano- Mi ego nunca debió ser un problema. Soy un ángel. Un soldado de Dios. Su hijo preferido-.
-Eso debe significar algo, ¿No?- le contesto molesto Lucifer-
Amenadiel solo soltó una pequeña sonrisa y continuo hablando.
-Escucha, nuestro Padre...obra de maneras misteriosas. Ya me puso a prueba una vez, y fracase- avanzo hasta quedar frente a su hermano- No fracasare otra vez, porque esta vez tengo fe-.
-¡Excelente!- exclamo Lucifer-.
Dejando el vaso en la barra camino hasta Amenadiel, se notaba que estaba comenzando a enojarse.
-Supongo que esto no te molestara-.
Dicho esto desplego sus alas, ante la sorpresiva mirada de su hermano.
-Pero tu...- se detuvo tratando de buscar las palabras correctas- Te las cortaste- se limito a decir-
-Lo hice, pero estas cosas molestas parecen ser mas tenaces esta vez- retrocedió para recoger su vaso de nuevo y encaminarse a servirse un poco mas de whisky.
-Como dije, tengo fe- insistió Amenadiel- Seguro que todo es parte del plan de Dios-
Lucifer soltó varias carcajadas, burlándose de lo que había dicho.
-Si quieres decir que su plan es manipularme y controlarme continuamente, entonces estoy de acuerdo- volvió a quedar frente a el- A propósito, no solo me devolvió las alas, sino que me quito mi cara de Diablo- camino por su lado dándole la espalda-
-Lucy, ¿entiendes lo que esto significa?- pregunto girándose para verlo-Tal vez nuestro Padre intenta mostrarte que te ha perdonado-
-¿Y si no quiero su perdón?- arremetió enojado-
-Pero, hermano, si tu puedes ser redimido, entonces cualquiera puede. ¿Eso no es divino?-
Trato de replicarle pero nada salía de su boca.
-Estoy seguro de que esto no es una obra divina- insistió-
Se sentó en el sofá. Para luego mirar a Amenadiel y continuar hablando.
-¿Oíste hablar de alguien llamado "El hombre del pecado"?- le pregunto-
-¿"El hombre del pecado"?- repitió- No, ¿Porque?-
-Fue quien me secuestro-.
Espero unos segundos antes de volver a hablar.
-Al principio creí que era un emisario en la Tierra, que trabajaba en nombre de Papa. Pero cuanto mas lo pienso, mas creo...- resoplo, pensando en lo que diría-...que quizás esto no sea obra de nuestro padre que esta en el Cielo- dijo en tono de burla- Si no de algo mucho mas...oscuro- finalizo-
Mientras que Lucifer pensaba que su secuestro, Amenadiel seguía pensando en la chica que había visto esa mañana y en la visión que tuvo. Miro a su hermano, y se debatió si debería contarle lo que sucedió. de un rato pensando en eso, se dio cuenta de que si quería que Lucifer confiara en el, contarle.
-Lucy- lo llamo- Debemos hablar de algo mas- informo-
-Mañana- se limito a decir Lucifer, dejando el vaso de whisky vacío sobre la barra-
-Tienes una hija- soltó sin mas-
Lucifer se detuvo en seco, giro hacia su hermano y lo observo con una mirada de burla en su rostro.
-Hermano, las bromas humanas no son lo tuyo- continuo burlándose-
-Esto no es una broma-.
El Diablo, analizo la expresión de su hermano a detalle, y no veía ninguna pizca de gracia en el.
-Yo no tengo hijos Amenadiel- insistió- Sabes que los ángeles no podemos tener hijos con humanos-.
-En la visión que tuve, de ver a esa chica a los ojos, no pareció una mentira- revelo-
-Hermano, no tengo hijos- se limito a decir, se estaba cansando un poco del horrible sentido del humor de su hermano-
-Dormiste con una mujer llamada Verónica, la embarazaste- comenzó a contar Amenadiel, viendo la expresión de incredulidad de Lucifer- En la visión que tuve, vi a esa chica hermano, la vi nacer, crecer, y vi sus alas Lucy, se ven exactamente como las tuyas, blancas, tan blancas como la nieve, y sus ojos, rojos como el fuego-.
Amenadiel se sentía maravillado por la joven que apenas había visto un par de minutos esa mañana.
-Te lo aseguro hermano, yo no tengo hijos-.
Finalizo Lucifer, dejando solo a su hermano, quien no dejaba de hablar de su visión. El sabia que tenia razón, los ángeles no pueden reproducirse, y tampoco tenia tiempo para los juegos estúpidos, El solo quería una cosa, y era encontrar a quien lo había secuestrado, y torturarlo como era debido, de todo era El Diablo y ese era su trabajo.