El sueño de toda mujer era casarse con su amado y yo no era la excepción.
Me había casado con un hombre del cual había estado enamorada por más de doce años, pero lo había hecho en nombre de mi hermana, Caroline Archer…
Aunque ambas éramos idénticas en el exterior, a mí me habían enviado a un orfanato en cuanto nací debido a una negligencia por parte del hospital. Después, no pude regresar a la familia Archer hasta tres años atrás.
Siempre había sido una chica muy alocada, así que no encajaba en la excepcional familia Archer. Sin embargo, como no había tenido a mis padres a mi lado desde que era una niña, me comportaba de manera recatada, esperando poder llevarme bien con los demás miembros de esta familia y ganarme el aprecio de mis padres.
Por todo esto, cuando mis padres y Caroline me rogaron que me casara con Patrick Cowell en lugar de ella dos días atrás, accedí sin siquiera pensarlo.
Por un lado, había aceptado porque amaba a Patrick y, por otro lado, había sido la primera vez que sentí que mi familia me necesitaba y no quería decepcionarlos.
Ya era medianoche. Patrick se había ido a toda prisa después de la ceremonia de bodas sin darme ninguna explicación.
Me quedé mirando el anillo de diamantes que llevaba en mi mano y me sentí amargada, pero no sabía por qué.
De repente, escuché el sonido del motor de un coche apagándose y supe que Patrick ya había regresado. Me acerqué a un espejo, me arreglé el cabello a toda prisa, salí de la habitación demasiado nerviosa y bajé.
Entonces, cogí un par de pantuflas del zapatero y lo esperé en la puerta.
Cuando lo vi entrar, le mostré una feliz sonrisa tal y como debía hacerlo una esposa. Luego coloqué las pantuflas junto a sus pies y lo saludé muy animada: “Cariño, bienvenido a casa.”
No obstante, antes de que pudiera terminar, sentí el olor a alcohol en el aire mezclado con un fuerte perfume. Sentí una punzada de dolor en el interior de la nariz.
En cuanto dónde había estado esta noche… La respuesta no podía ser más obvia.
A pesar de todo, conocía muy bien mi misión: ser su esposa en lugar de mi hermana. Además, la relación entre Patrick y yo tenía algo que ver con la cooperación entre la familia Archer y la familia Cowell.
Recordé esto y traté de sonreír, aunque mi corazón estaba lleno de decepción.
Ignoré su actitud indiferente hacia mí y lo seguí escaleras arriba a nuestra habitación para hablar con él. “Cariño.”
Cuando levanté la mirada, vi que Patrick se había quitado la camisa. Sus músculos fuertes lucían muy sensuales contra la tenue luz de la habitación. Me sonrojé en cuanto lo vi y me di la vuelta a toda velocidad. Estaba a punto de disculparme con él, pero sentí un brazo fuerte desde detrás de mí.
Antes de que pudiera reaccionar, me encontraba en el aire. Para cuando pude procesar lo que estaba sucediendo, ya me encontraba cayendo sobre la cama. Aunque el colchón era suave, había caído desde muy alto, así que me dolió un poco la espalda.
Entonces, noté que Patrick estaba de pie junto a la cama, mirándome con desdén con su rostro definido iluminado desde atrás por la luz de la luna. Aunque no podía ver su expresión, pude sentir la profunda indiferencia en su mirada.
Al siguiente instante, me preguntó sin previo aviso: “¿Cómo te llamas?”
“¿Yo?” Su pregunta me dejó atónita, pero respondí: “Soy Caroline, Caroline Archer…”
Era obvio que no era Caroline Archer. Mi verdadero nombre era Charlotte Archer, pero no podía decirle la verdad.
En cuanto terminé de hablar, Patrick se inclinó sobre mí y me presionó bajo su cuerpo. Luego me sujetó del cabello muy fuerte con una mano y me obligó a mirarlo a los ojos mientras preguntaba palabra por palabra: “¿Eres… Caroline… Archer?”
Solo entonces pude ver su rostro. No había ninguna pizca de calidez en sus ojos profundos. ¡En cambio, solo podía ver odio hasta lo más profundo de su corazón!
Cuando mencionó el nombre de Caroline, una locura indescriptible inundó todos sus ojos negros como el carbón.
Aunque estábamos en medio del verano, una fina capa de sudor frío cubrió mi frente mientras caía presa del pánico.
Como me estaba sujetando del cabello, no podía girar mi rostro y no tenía más opción que mirarlo a los ojos mientras hacía todo lo posible por asentir con la cabeza. Aun así, me sentía muy nerviosa por dentro.
Cuando Patrick vio que había dicho que sí, su mirada se volvió cada vez más fría y dijo: “Ya que estás aquí conmigo, hay algo que debes saber. ¡Nunca he sido alguien amable!”
¡En cuanto terminó de hablar, escuché mi vestido rojo rasgándose!
Ignoró por completo mi resistencia y, acto seguido, entró en mí…