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Déjame si te atreves

Déjame si te atreves

Concluído

Multimillonario

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Introdução

Tenía tantos recuerdos dolorosos sobre mi familia. Para olvidarlos, me mudé, cambié de lugar de trabajo y hasta me cambié el nombre. Pero nunca esperé que mi exnovio infiel quisiera una segunda oportunidad de mí. Era imposible, así que atrapé al chico al azar en el bar y lo besé. Pero con eso tenía otro gran problema. Lo que besé era Bill Sky, el CEO más rico y atractivo. Su nombre me sonaba familiar, pero no sabía quién era. Lo besé y lo abofeteé. Entonces me pidió que me casara con él como compensación.
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Chapter 1

SKY Corporation era la compañía más grande en la ciudad Z, además de ser conocida por sus negocios de miles de millones de dólares en todo el mundo. A menudo, se decía que intentar oponerse a ellos era como cavar tu propia tumba, así que nadie se atrevería a provocarlos. Naturalmente, el hombre detrás de una empresa de este tipo de compañía era alguien desalmado e intimidante; tanto así, que se había ganado el sobrenombre del "Rey despiadado".

Ese hombre era Bill Sky, el frío y dominante CEO.

En su vocabulario no existía la palabra "no" ni "fracaso". La única opción en su vida era ganar y ser siempre el primero, estando encima de los demás en cada ocasión. Bill jamás perdía en un negocio y, desde la temprana edad de 5 años, ya tenía su propia oficina en la empresa donde su padre, Ed Sky, lo entrenó para ser su sucesor.

Siendo el único hijo del magnate y Kelly Sky, Bill nunca creció como un niño normal. Desde su más tierna infancia, su padre le inculcó una gran responsabilidad con la empresa y con los mil empleados bajo su cargo. Más adelante, una vez que concluyó sus estudios en el extranjero, lideró SKY Corporation, logrando triplicar las ganancias en solo 1 año y continuó así durante varios años.

Su única regla en la vida era que 'los negocios son todo, y todo es negocio'. Nacido para dirigir, esta no era su única cualidad, pues también era muy apuesto y poseía el físico autoritario con el que cualquier mujer soñaría; rostro de ángel y cuerpo de dios griego. Igualmente, sus ojos eran agudos y hermosos con una expresión fría. Un soltero de primer nivel, inalcanzable para las simples mortales. Durante los últimos años, habían sido varias las mujeres que intentaron conquistarlo sin éxito, pues ninguna parecía ser digna de ganar su corazón.

Fueron pocas las afortunadas en acercarse un poco a él, y sin embargo lo único que consiguieron fue una gran decepción, pues al final no lograron más que convertirse en su juguete. Por supuesto, como hombre, necesitaba liberar sus deseos carnales de vez en cuando.

Todas sus aventuras sexuales eran como cualquier contrato de negocios y jamás sostuvo una relación romántica con nadie. Esto estaba prohibido en su vida. El amor era algo que solo le quitaría el tiempo sin producirle ningún tipo de utilidad. ¡Eso era un pasatiempo para gente sin quehacer!

Las mujeres solo le servían una noche y, luego de eso, no las volvía a ver. Ninguna de ellas tenía permitido hacer preguntas personales ni difundir información al respecto o se enfrentaría a una enorme demanda legal. Además, no cualquiera era digna de encontrarse con él; solo mujeres de las altas élites, modelos o actrices eran capaces de llamar su atención.

Después de una noche desenfrenada, ellas siempre terminaban deseando quedarse a su lado por siempre, pero ninguna se atrevía a violar el contrato que habían firmado previamente. De alguna manera, se sentían agradecidas por la oportunidad de pasar una noche en la cama del gran Bill Sky. En cuanto a él, no tenía ningún problema con sus llamados 'juguetes sexuales' ni su vida sexual.

Su vida era demasiado perfecta y tenía todo bajo control hasta que un día sucedió algo en la villa de su familia.

"Lo siento mamá, llegué un poco tarde. Tenía que terminar un par de asuntos urgentes en la oficina antes de venir", dijo Bill.

"Te ves muy cansado, querido. Ven a darme un abrazo". Kelly respondió. Ella era una mujer muy dulce y elegante, la cual solía ser muy cariñosa y solidaria con su único hijo. Solo quería lo mejor para él. Una vez al mes, el hombre estaba obligado a venir a cenar con su madre, pues sabía que, de otra manera, nunca lo vería en otra ocasión que no fuera su cumpleaños o el de su marido.

"No te preocupes, llegas justo a tiempo. Tu papá te está esperando en el estudio. ¿Por qué no vas a saludarlo?", añadió Kelly.

"Está bien, voy para allá", respondió Bill.

Dentro del estudio, Ed estaba sentado con una carpeta en la mano. Se notaba que estaba esperando a que su hijo finalmente entrara a verlo.

"Papá, ya llegué", anunció Bill.

Ed volvió la cabeza hacia él y asintió con la cabeza mientras señalaba el asiento frente a su escritorio.

"Toma asiento", ordenó con una expresión de tristeza.

En ese mismo momento, Bill supo que algo no andaba bien. Conocía muy bien a su padre, pues ambos tenían el mismo temperamento. Ed poseía una personalidad muy fuerte que intimidaba con facilidad a todos los que le rodeaban y por eso se había convertido en el fundador y presidente de Sky Corporation.

Al verlo en ese estado, Bill no pudo evitar preguntar: "Papá, vayamos al grano; ¿qué sucede?".

Ante esto, Ed alzó la carpeta en su mano diciendo: "Míralo por ti mismo".

Bill la tomó de inmediato y comenzó a leer.

En cuestión de segundos, su seguridad se hizo añicos. Haciendo una pausa, miró a su padre para evaluar la situación, consciente de que el pánico era inútil en los negocios, y dijo: "Busquemos en el extranjero a un médico que pueda realizar una cirugía de inmediato". El documento en su mano era el examen médico de su padre, donde se indicaba la detección de un tumor cerebral que estaba creciendo rápidamente. Naturalmente, esto le perturbó, pero de ninguna manera lo demostraría en público, sobre todo frente a su padre.

Justo cuando Bill estaba a punto de llamar a su secretaria, Ed lo detuvo: "Ya no eres tan joven, hijo, y necesitas producir un heredero. No podré morir en paz hasta que vea que has sentado cabeza. Es hora de que formes una familia". Como era de esperar, el hombre evitó hablar sobre su condición médica.

"No vas a morir, papá. Mi secretaria se encargará de arreglar tu cirugía pronto. En cuanto a mi esposa, sabes muy bien que no tengo tiempo para eso", replicó Bill con firmeza.

"Escúchame hijo, sé que eres como yo. Has dedicado todo tu tiempo al trabajo, asumiendo una gran responsabilidad; pero mírame, estoy enfermo, Bill. Mi vida no está en mis manos ahora. Puedo morir hoy o mañana mismo. Sin embargo, estoy feliz porque te tengo a ti. Has sabido demostrar lo mucho que vales y no podría estar más orgulloso de ti. Pero debes saber que no todo en esta vida es el trabajo y tienes que tener una vida", Ed no pensaba permitir que su hijo encontrara excusas para rechazarlo.

"Ya tengo una vida y estoy feliz con ella. Tengo todo bajo control, papá, no te preocupes o te hará daño", respondió Bill.

"Entonces, haz lo que te digo. Sabes muy bien que no aceptaré un 'no' por respuesta", advirtió Ed.

"Solo tienes dos opciones; eliges una esposa por ti mismo o aceptas a la mujer que tu madre y yo elijamos para ti. ¿Recuerdas a Jane Foster, la hija de la mejor amiga de tu madre? Ella regresará la próxima semana del extranjero y es una triunfadora igual que tú. Además, viene de una buena familia, por lo que tu madre y yo creemos que sería ideal para casarse contigo; piénsalo. Si no quieres a Jane, tienes una semana para presentarnos a otra mujer digna de casarse contigo; de lo contrario, ella se convertirá automáticamente en tu esposa. No puedo darme el lujo de esperar, Bill, así que haré todo lo que esté en mis manos para asegurarme de que estés casado antes de que yo muera. Quiero conocer a mi nieto, ¿entiendes?". Ed sabía muy bien que nadie podía amenazar a su hijo en el mundo de los negocios; cualquiera que se atreviera a intentarlo terminaba de rodillas.

Sin embargo, el anciano utilizó su enfermedad y su relación con él para lograr imponerse, sabiendo que Bill no podría negarse ante eso. No había manera en que aceptara morir sin antes verlo con una familia estable.

Ed lamentó haber educado a su hijo de tal forma que ahora prefiriera dedicarse a su negocio en cuerpo y alma, dejando de lado las emociones verdaderas como el 'amor'. Nunca lo había visto mostrar debilidad ni llevado a una mujer a casa durante sus 28 años de vida.

"¡Está bien! Si eso te hace feliz, traeré a mi mujer dentro de dos días", el empresario se sintió un poco molesto y accedió para terminar con la discusión cuanto antes.

Siendo un CEO despiadado, claramente podía manejar ese asunto sin ninguna dificultad. Sabía que una respuesta tan simple bastaría para hacer feliz a su padre. Mientras tanto, comenzó a pensar a quién podría traer para presentarla como su mujer ante sus padres. Por supuesto, ninguno de sus juguetes sexuales serviría.

Satisfecho con la respuesta de su hijo, Ed terminó la discusión con una sonrisa, olvidando su enfermedad. "Tu madre y yo te estaremos esperando. Después de dos días, podrás considerar a Jane Foster".

Recordaba haber conocido a Jane cuando él tenía 11 años y ella 8. Ella solía tocar el piano en todas las reuniones familiares, dejando al público cautivado ante su talento. No era de extrañar que a sus padres les gustara tanto esa chica como para querer que fuera su esposa.

Sin embargo, recordaba también que ella era muy tonta y torpe. De hecho, fue por culpa de ella que su juguete favorito se rompiera en aquel entonces. Esto le dolió mucho pues era un robot que su difunto abuelo le regaló cuando tenía solo 5 años y en verdad lo apreciaba mucho. El día en que su abuelo murió, lloró durante toda la noche abrazado al robot, hasta quedarse dormido. Incluso hoy en día, se ponía triste solo de pensar en eso.

Después de ese incidente, nunca volvió a ver a Jane Foster ni quería hacerlo. La odiaba profundamente y ahora su familia quería convertirla en su esposa. '¡De ninguna manera!', pensó.

Ahora tenía dos días para encontrar una forma de deshacerse de esa horrible mujer, pero creyó que no era algo que el dinero no pudiera arreglar.

Después de la cena, Bill fue al Luxury Bar con sus dos primos, Marcus y Gab, para tomar una copa. Nunca antes se había sentido tan frustrado. Pensó que esto sería algo sencillo, pero en realidad resultó ser muy complicado. 

Él era el gran Bill Sky, que a diario cerraba tratos multimillonarios; ¿cómo diablos iba a permitir que este asunto interfiriera en su vida? ¡De ninguna manera!