Hacía tanto calor que ella sentía como si la estuvieran asando en el fuego.
Aturdida y somnolienta, Vivianna Carlewood tenía la visión borrosa cuando tanteo a su lado y encontró el brazo de una persona que yacía junto a ella.
Quería pedirle ayuda, pero su fuerte olor masculino la invadió dejándola atónita, mientras sus labios abiertos eran invadidos por la fuerza.
A pesar de que ella trató de resistirse, él no le dio una sola oportunidad, por lo que devoró sus labios sin amilanarse.
Ella pensó que debería estar sintiendo repulsión por ese beso, ya que era el de un perfecto extraño...
Entonces, ¿por qué estaba tan excit*da?
De pronto, sintió un intenso dolor en la parte baja de su cuerpo; era una sensación abrumadora que la dejó inmóvil.
.....
Muy temprano, por la mañana, la luz dorada del sol brillaba traspasando las lujosas cortinas de la ventana, e iluminaba todos los rincones de la sala palaciega.
La alfombra blanca estaba llena de ropa, la cual estaba tirada por todas partes, mientras el leve aroma de las personas que habían estado haciendo el amor en esa habitación persistía en el aire.
En la quietud de la habitación, la esbelta figura de una chica se podía adivinar debajo del fino edredón de dibujos dorados que cubría la cama.
Ella tenía un diminuto rostro ovalado, de rasgos delicados y hermosos. Su cara, tan blanca como la nieve, contrastaba con su cabello negro que caía suelto sobre sus omóplatos, donde unas manchas rojas marcaban tenuemente su piel
Era como si las frescas flores del cerezo adornaran todo su cuerpo.
Durante su profundo sueño, ella escuchó el sonido de la puerta que se abría de golpe y aunque no quería abrir los ojos, se obligó a despertar.
Entonces sus párpados se abrieron lentamente y al voltear hacia la entrada, ella los vio allí parados: su suegra, su cuñada y el feroz rostro de su marido Xenophilius Lambert la observaban detenidamente.
"¡Xenophilius!". Vivianna se frotó los ojos viendo la sábana que cubría su cuerpo, mientras recorría la habitación con la mirada para examinar el piso y la decoración que adornaba ese cuarto; de pronto, su mente se quedó en blanco por un momento.
¡Ese no era su dormitorio! ¿Qué significaba todo eso?
"¿Dónde estamos?", preguntó con semblante sombrío.
Él se burló, y con una expresión llena de despecho, gritó: "¿Cómo te atreves a preguntarme dónde estás? ¡Dime quién es el b*stardo con el que pasaste la noche!".
"¿Qué quieres decir?".
Vivianna entrecerró los ojos, tratando de recordar lo que había sucedido la noche anterior, pero no pudo hacerlo. Las imágenes de sí misma bebiendo un vino con Jessamyn Salaway en el café inundaron su mente.
En ese momento, las dos mujeres entraron en la habitación. "Ysabel, toma una foto de tu cuñada en la cama donde se acostó con otro hombre", exigió la suegra con tono demandante.
"¿Yo me acosté con otro hombre?". El cerebro de Vivianna parecía explotar.
"Yo... yo no...", balbuceó la chica quien sacudió la cabeza, tratando de explicarse la situación en la que se encontraba.
En ese momento, Xymeria caminó hacia la cama para jalar con fuerza el cabello de su nuera, de una manera tan violenta que le enderezó el cuello, dejando al descubierto su pecho. Allí estaban más de una docena de marcas de chupetones. Era algo impactante.
"Toma las fotos con cuidado, quiero que todo eso se vea con claridad", ordenó Xymeria viendo a su hija.
Ysabel se apresuró a hacer lo que ordenaba su madre, mientras replicaba con tono burlón: "¡Cuñada, se ve que la pasaste bien anoche!".
Vivianna bajó la cabeza con dolor para revisar las marcas que tenía en el pecho. En ese instante, algunas vergonzosas imágenes aparecieron en su mente.
A pesar de que ella deseaba que hubiera sido un sueño, ¡no lo fue!
Miró con pánico el atractivo rostro de su marido, solo para descubrir que su expresión era terriblemente fría. Sus agudos ojos la miraban con desprecio, como si estuviera mirando un pedazo de basura. "Muy bien, Vivianna. Te atreviste a serme infiel tan solo a los seis meses de haberte casado conmigo. No me importa con quién hayas estado anoche... ¡Prepárate para el divorcio!".
Dicho eso, él se alejó sin mirarla.
El rostro de Vivianna se volvió tan pálido que parecía que en un segundo le hubiesen extraído todo el color.
¿Quería divorciarse de ella?
"No, Xenophilius, escúchame... No fue así...", suplicó la chica, quien estaba desnuda, por lo que se aferró a la manta con fuerza tratando de cubrirse, mientras luchaba contra su impulso de levantarse para seguirlo.
Xymeria la empujó bruscamente hacia abajo, tirándola sobre la cama, por lo que ella se quedó en estado de shock y dijo: "¡Madre...!".
"No tienes derecho a hablarme. ¿Cómo te atreviste a engañar a mi hijo? Eres la vergüenza de la familia. Déjame decirte que no toleraremos que una mujer con tan bajos principios como tú lleve el apellido Lambert", chilló Xymeria.