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Sangre y Luz

Sangre y Luz

Autor: AracneaMA

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Introdução

Una bruja traicionera me ha arrojado por un portal al mundo humano. Un lugar donde los Vampiros no son bien vistos, no es que en mi mundo eso fuese diferente, pero aquí, donde residen los peligrosos humanos, la criatura que más les atemoriza soy yo, y eso complica las cosas, considerando que una de esas humanas es mi compañera. Intente negar mi parte Lycans, soy un vampiro real, no necesito comportarme como un maldito perro. Pero el destino me demuestra lo contrario al estar frente a ella. Pero yo no soy el único vampir en este planeta. Hay vampir convertidos viviendo aquí. Ellos deberían estar bajo mis órdenes, después de todo es la sangre de un real la que los convirtió en lo que ahora son, pero ellos son rebeldes, no reconocen mi autoridad, están aquí buscando el modo de romper la maldición que aqueja a todo mi pueblo, pero para ello se llevaron lo único que no pienso entregar.
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Chapter 1

Caspian

― Observa con atención cuál será tu propio destino― me indica mi tío Ocissor mientras muestra un sarcófago metálico del cual escurre sangre azul.

Odio este lugar es muy oscuro y el olor a óxido más, los gritos de mi padre al ser torturado ya no se oyen. Por fin sucedió, mi padre está muerto.

― Él no debería estar allí, ¿Por qué le hacen eso?― pregunto angustiado.

En ese momento era demasiado pequeño para comprender el verdadero motivo. El concejo se había cansado de evitar que intentara matarme y es por eso que determinaron que debía permanecer en la dama de hierro. Sus gritos aterradores hacían eco en todo el castillo. La locura de mi padre al perder a mi madre por mi nacimiento lo lleno de odio hacia mí. Siempre que intentaba acabar conmigo decía lo mismo "si ella no sobrevivo, tú tampoco debiste hacerlo".

No tengo buenos recuerdos de mi padre. Él nunca me quiso, nadie lo hizo. Yo solo era una cría de cinco años en ese entonces, pero eso era obvio para mí. Se notaba en como me miraban.

Así fue como fui creciendo, rodeado de gente que solo mostraba miedo a mi naturaleza, disfrazada con elegancia . Nunca herí a nadie y aun así todos me veían como el monstruo del lugar.

Pase años en completa soledad caminando en los patios internos del castillo donde la luna se filtraba dándome un pequeño respiro. Su pálida luz daña un poco mis ojos, pero es lo único que me da calidez en este lugar frío y oscuro.

Solo una vampir Omega Sultra se preocupa lo suficiente como para controlar que coma y descanse, mi veneno me impedía alimentarme mordiendo, así que debía beber de tazas la sangre de las doncellas que a pesar de mi corta edad ya se ofrecía para ser mi anfitriona, el deseo de poder ciega a las personas.

Sultra es la única diferente, ella me mira de otro modo, casi como si entendiera lo que me pasa, no habla conmigo, no lo tienen permitido. Soy algo demasiado valioso como para mezclarme con los sirvientes, pero al mismo tiempo no valgo lo suficiente como para poder hablar con los vampir de rango del castillo, mi tío lo dejo bien en claro mientras rompía mis costillas a golpes en mi décimo cumpleaños. Solo soy una molestia necesaria. Solo mi sangre es valiosa.

Los Omegas son una especie descendiente de los lycans que se rebelaron y ofrecieron ser el alimento de los primeros Vampir a cambio de ser transformados. Los vampiros reales son algo que no entiendo bien, pero sí sé algo. Tenemos mayor poder, agilidad, velocidad y fuerza que un Vampir convertido. Y somos venenosos.

Es nuestra sangre la que utilizan los miembros del consejo para formar nuevos vampir.

No entendía para qué me mantenían en el castillo si no les importaba. Pero a los doce años, luego de que la sangre que guardaron de mi padre se agotará, comprendí el motivo.

Los soldados que siempre me miraron con desconfianza se aproximaron a mí en pleno anochecer para llevarme a ese subterráneo y oscuro lugar donde mi padre pereció frente a mis ojos. Solo que esta vez yo era quien estaba dentro del sarcófago. El dolor de los filosos extremos metálicos que perforaban constantemente mi piel aún me produce escalofríos.

Llore, rogué e implore, pero a nadie le importaba mi dolor. Solo querían mi sangre. Era la única forma de producir nuevos vampiros para el ejército de Nosferatus.

A partir de ese momento mi vida se convirtió en pequeñas pausas seguidas de terrible dolor y soledad. Ya casi no merodeaba por el castillo. Era un prisionero de mi propia reino, No obstante, un anochecer decidí escapar por los pasadizos antes de ser llevado a la dama de hierro. El único lugar donde pude esconderme temporalmente fue el patio interno donde un rayo de luz lunar iluminaba algo totalmente atípico. Una planta. En Nosferatus las plantas son un tesoro realmente difícil de conseguir y mantener.

Las plantas necesitan luz solar y aquí no hay nada de eso. Pero esta planta parece haber brotado entre las grietas del concreto. Es increíble que algo tan frágil pueda hacer algo así. Es demasiado bella, no debería dejarla en este lugar. Solo tiene un par de hojas cualquiera podría pisarla solo por un descuido o robarla. No quiero regresar a mi habitación, pero es el único lugar donde estará segura.

Es una locura de seguro, terminaré siendo atrapado por los guardias. Pero no conozco otro lugar y no confío en nadie como para entregarle algo así.

Es por eso que regreso a mi habitación con la pequeña planta entre mis manos y busco rápidamente un cuenco para trasplantarla. Mientras la oculto bajo mi cama.

No puedo darle luz de sol, pero si puedo darle agua, pensé.

― Donde te encontrabas ― escucho que pregunta Ocissor a mis espaldas. No tengo tiempo a girar mi cuerpo antes de que un fuerte golpe me derribe en el suelo haciendo que mi cabeza rebote.― No me hagas perder el tiempo niño malcriado, no quieres hacerme enojar ― me advierte mientras sujeta mi camisa y me levanta como si solo fuese ropa sucia. Los tíos son realmente crueles. Espero que no todos tengan uno.

― Levántate ― me dice mientras me empuja y obliga a mi cuerpo a mantenerme de pie. ― saldremos de aquí y no quiero chillidos, gritos, ni quejas, tampoco contarás que te he golpeado, solo camina en silencio ― me indica.

Ocissor ha estado en mi vida desde que tengo memoria. Y siempre a sido duro y cruel cuando estamos solos. Pero finge cariño cuando estamos en público. La gente cree que él realmente se preocupa por mí. Todos lo alaban por ello.

No tengo permitido hablar con nadie, solo el consejo sabe lo que ocurre en la parte más subterránea del castillo. Los demás, a pesar de que no me quieren, al parecer fingen respeto y admiración. En este sórdido lugar nadie muestra su verdadero rostro.

― Camina ― índica mi tío empujándome fuera de la habitación. Cada paso me acerca más a la tortura que sufro. Ni siquiera dejan que mi piel termine de sanar antes de volver a meterme allí.

Al llegar Ocissor me empuja dentro ― mantente quieto ― necesitamos más sangre de lo habitual si queremos creas chivos expiatorios para mantenerte con vida ― indica mientras cierra la puerta y me atormenta el dolor. El espacio es tan reducido que no tengo un solo lugar en mi cuerpo, si metales atravesandolo mientras siento mi sangre fluir por mi piel gota a gota. Ya casi no grito, entendí que es inútil y al parecer escuchar mis lamentos llenan de dicha a mi tío. No quiero verlo sonreír. Quiero verlo muerto, desangrado y gritando de dolor. Y lo haré en algún momento, si no muero antes.