POV KATHERINA
¿Quién no sueña con ser una princesa, o tener esa historia de amor, fantasía y final feliz? Yo también soñaba con todas esas cosas cuando era niña, pero la adultez me tomo por sorpresa y con planes muy diferente. Durante 29 años busqué a mí príncipe Azul, pero en el camino me tropecé varias veces con la misma piedra, con diferentes nombres.
¿Quién soy? mí nombre es Katherina Harrison, tengo 33 años, soy madre soltera, mi pequeño tiene tres hermosos años, trabajo como camarera en un restaurante, de esos que les gusta a los ricos, y también limpio las habitaciones donde se hospedan, cabe aclarar que el restaurante pertenece al hotel más caro de toda la ciudad, desde la fachada del hotel hasta el rincón más solitario desprenden elegancia...
Hace poco más de tres años deje de buscar a mi príncipe azul, o será que me canse de besar tantos sapos que ya no quiero más…
Siempre soy simpática en el restaurante, aunque la mayoría de los clientes son muy... ¿cómo decirlo? ¡Ricos!
La suite presidencial se encuentra en el piso 25, es hermosa, y se puede ver toda la ciudad. Hoy se hospedó un hombre, no lo eh visto pero dicen que está para comerlo enterito. Mis compañeras de trabajo lo definieron como... un Dios Griego.
Esta noche el restaurante está bastante lleno, hay políticos, millonarios y hasta los mismos reyes podría decir, no tan literal pero casi. Me tocó atender a una mesa con aproximadamente 10 personas, se ve que es una cena de trabajo, o por lo menos eso parece ya que están todos vestidos con trajes caros y elegantes, son casi todos hombres que pasan los 50 años, digo casi porque entre ellos está sentado un hermoso hombre de no más de 40 años. Se nota que es alto, ojos miel, aunque no es súper musculoso, pero se nota que se cuida, sus rasgos son perfectos.
Ellos están concentrados hablando, ni siquiera me vieron cuando les ponía la comida en frente, soy totalmente invisible, cuando estoy por servirle al único hombre interesante de esta noche, alguien choca conmigo y toda la cena para el quedó en mí ropa y rostro. El volteo rápidamente y se levanta, creo que iba a hacer un escándalo por arruinar su cena.
—¿Señorita se encuentra bien? - pude notar lo alto y apuesto que es, me quedé embobada mirándolo, el un tanto desconcertado me hace una sonrisa ladeante
—Eh, si, me encuentro bien señor, lamento mucho arruinar su cena, ya mismo le traigo otro plato - él se queda mirando mí camisa que hace unos minutos era blanca, pero ahora es roja
—Con permiso caballeros, está reunión ha terminado - dijo con la mirada seria antes de tomar mí brazo y sacarme del restaurante
—Se... Señor por favor, no fue mí culpa, lo lamento mucho, no me haga nada, soy lo único que mi hijo tiene en la vida - le digo casi sollozando, muy asustada mientras entramos al ascensor
—¿De verdad crees que te voy a hacer algo? - me pregunta con el ceño fruncido y sorprendido
—¿No me hará daño? - levanta una ceja y mira hacia adelante nuevamente.
Llegamos al último piso, supongo que este es el "Dios Griego" del que hablan las chicas, y no se equivocaron. Entramos a su cuarto, veo que le susurra algo a un hombre que nos ha estado siguiendo, este se va.
—Ahí tiene el baño, se puede duchar, y ponerse una bata, enseguida le traerán algo de ropa, el gerente ya está al tanto de que está noche tuvo un inconveniente y no hace falta que vuelva a trabajar, no perderá su empleo - me quedé muda, solo asentí.
Entro a sacarme el olor a comida que quedó impregnado en mí cuerpo y mí cabello, este lugar desprende lujo por dónde se lo mire, cientos de veces eh entrado a este baño soñando con algún día poder ser yo quien lo utilice, y aquí estoy, usándolo... Luego de una larga ducha me coloca una bata, es imposible que pueda ponerme mi ropa. Abro un poco la puerta y veo que no hay nadie en la habitación, salgo, coloco la ropa en una bolsa y observo la cama, no aguanto la tentación y me tiró sobre ella...
—No quise molestarla en su... descanso - me dice el Dios Griego con una sonrisa pícara, aún no sé cómo se llama
—Disculpe Señor...
—Ethan - responde rápidamente
—Señor Ethan, no quería incomodar, es que... fue muy tentador
—No sé preocupe Señorita Harrison
—Katherina, me llamo Katherina - me dio una sonrisa muy sexy, me quedé embobada con sus ojos, que transmiten un poco de tranquilidad y confianza
—Un gusto Katherina - me guiña el ojo —Aquí tienes ropa limpia, puedes cambiarte y te espero en la sala para cenar juntos ¿por qué imagino que aún no cenaste no?
—No señor Ethan – digo un tanto timida
—Solo Ethan – dice antes de salir de la habitación
Me terminé de cambiar y salí del cuarto, Ethan estaba parado al lado de una mesa, observando la puerta de donde yo salí, esperándome o por lo menos eso creo
—Toma asiento Katherina, comamos – dice casi como una orden, le dedico una tímida sonrisa
Tomo asiento aún algo tímida, comenzamos a comer, me mantengo en silencio, nunca creí que un apuesto hombre fuera tan atento.
Para que conozcan mí historia, cómo ya dije soy madre soltera, tengo un niño de 3 años, totalmente opuesto a mí. Él tiene unos ojos hermosos, el color es medio raro, me ha dicho la Dra que es un tipo de Heterocromía, ya que cambian de color con los rayos del sol, por momentos parecen verde oliva, por otros parecen miel, otros es una mezcla entre ambos, y rara vez son grises, su cabello es rubio, y tiene un mechón de cabello con forma de rayo, que es aún más claro que el resto, su piel es miel. se puede decir que es un bombón. Yo soy morena, ojos cafés, cabello largo y negro. mi cuerpo es totalmente normal, no soy ni gorda, ni flaca, decidí dejar de cuidar mí cuerpo, y la razón es el hombre que me dejó embarazada y se fue, cuando lo conocí tenía un hermoso cuerpo, mucho trasero, buenas piernas, abdomen chato. Pero tener lindo cuerpo y que te usen fue lo que hizo que deje de cuidarme. Hoy soy feliz como soy, con los kilitos de más que me caracterizan. Hace muchos años estoy sola, siempre creyendo en los cuentos de hadas, siempre creyendo que el amor...