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ME ENAMORE EN OTRA DIMENSION

ME ENAMORE EN OTRA DIMENSION

Auteur: Jarrisson Galeano

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Sobrevivir

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Introduction

En medio de un mundo al borde del caos, un científico fracasado descubre accidentalmente la aterradora verdad detrás de una mortal pandemia: el resultado de un choque de mundos que amenaza con la destrucción total del planeta. A medida que se adentra en una peligrosa aventura en busca de la cura, este héroe improbable se encuentra con el amor de su vida: una versión de sí mismo de otra dimensión. Pero mientras lucha contra enemigos poderosos y peligrosos, también debe enfrentar sus debilidades internas y tomar decisiones difíciles, incluyendo elegir entre su amada y el éxito en su misión vital. Con una trama emocionante y llena de giros sorprendentes, esta historia de ciencia ficción te dejará sin aliento mientras te adentras en un viaje épico hacia la supervivencia de la humanidad.
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Chapter 1

—Jamás se me hubiese pasado que para conocer al amor de mi vida, mi alma gemela o como se llame, tuviese que ir a otra dimensión, literalmente. Pero me reconforta que tuve la suerte de lograrlo, después de tantas parejas y fracasos, al fin lo conseguí. La conocí a ella tan hermosa como inteligente, con un rostro que magnetizó mis ojos. Su dulce voz es una bella melodía que hace bailar mi corazón y los momentos que compartimos se convierten en el combustible de mis sueños. La amo tanto que desearía tener un poder mágico para que nunca le pasara nada, poderla proteger de todo peligro, poder encerrarla solo para mí en una caja de cristal donde nos amaramos para siempre y por siempre.es muy cruel que estemos en este hospital donde ella está al borde de la fría muerte. Me la paso pensando en cómo hacer para salvarla, solo que mi situación es casi la misma. También estoy postrado en esta camilla, con el cuerpo dañado, pero con el corazón que se me quiere salir del pecho para poder ir a besarla, aunque esté inconsciente. No sé cómo combato esta angustia, la ansiedad que me carcome el vientre, solo me queda recordar sus mágicos labios, rezar porque se salve y aprovechar para asimilar todo lo que me ha acontecido estos últimos meses. Pues yo, la verdad, no me considero bello, no soy millonario, aunque sí soy muy afortunado de que ella se fijará en mí, porque no soy propiamente un ganador, simplemente no puedo creer todo lo que me ha sucedido. Es que yo me llamo Estiben, soy de una familia de clase media, siempre me apasionó la ciencia, me hubiera gustado ser químico o algo así, me deslumbraban las historias de superhéroes donde el protagonista era un científico que se daba poderes y siempre se quedaba con la chica más hermosa; sin embargo, no pude asistir a la universidad, lo más parecido a un laboratorio químico en que estuve fue la mezcladora de concreto o la cocina de mi casa. Aunque mi curiosidad no se detuvo, traté de estudiar y experimentar por mi cuenta. Así fue como descubrí mi invento, el cual fue el que me metió en este tobogán de sucesos donde todo valió la pena porque la conocí a mi adorada, la reina de mi corazón, la señora de mis pensamientos. No me importa su pasado, solo me importa el presente en el que estoy con ella y el futuro en el que anhelo que estemos juntos todo lo que nos reste de vida. Haciendo memoria, considero que el acto que desencadenó esta cadena de eventos asombrosos fue el día en que inocentemente violé la cuarentena estricta impuesta por el gobierno como medida para contrarrestar el virus. Yo fui donde el presidente suponiendo que él me recibiría enseguida, fui muy ingenuo, bueno, la verdad es que lo sigo siendo. Recuerdo que fui muy envalentonado con mis aparatos. Era una tarde hermosa, la brisa en la capital refrescaba el picante sol de tierra fría, que también producía ese extraño bochorno. No sé si era eso o mis nervios, porque mi plan solo consistía en mostrarle mi descubrimiento al primer mandatario. No reconsidere los puntos intermedios, así que al llegar donde los guardias, tal vez yo parecía un indigente más de los que pululan en ese sector, así que entonces trate de buscar otra entrada donde por poco me matan. Cuando me agarraron después de haberme propinado una golpiza, llegó el jefe militar a interrogarme y, según recuerdo, esto fue lo que le dije; además, además, todo lo que sucedió de ahí en adelante que me trae a este lugar, fue algo así…

Estiben trató de recordar cada detalle, hasta que los medicamentos le vencieron la vigilia y cayó en un sueño profundo, donde estaba abrazando a su amada. Pero lo que en realidad le dijo al enojado sargento, fue lo siguiente:—Solo yo sé por qué la gente se está muriendo por miles, lo descubrí por accidente, pero ahora no me quieren prestar atención, suponen que estoy loco. Temen que se les acabe su show del supuesto virus, pero les resolverá el problema de las ineficaces vacunas. Tal vez conociendo la verdadera causa, seremos capaces de evitar el exterminio humano que disfrazan de pandemia. Por favor, mi general, le suplico que me devuelvan mis instrumentos; llévenme a ver al señor presidente.

El “general” lo miró impávido, aquel hombre que tenía una vestimenta regular, que más parecía un albañil, con una camisa maloliente, un jean roído con muchas manchas de tintas; no parecía un científico como afirmaba ser, además tal vez lo que más le molestó es su ignorancia del ámbito militar, pues su rango era de sargento. ¿Qué movía a este hombre a querer entrar a hurtadillas? Pero igual el deber suyo era interrogarlo, así que comenzó a procesarlo.—Señor Estiben, ¿por qué intento colarse al palacio presidencial? ¿Qué lo motivó a incumplir la cuarentena estricta?

Estiben así se llamaba nuestro personaje principal, un hombre con un aspecto como de 40 años, que hablaba muy rápido; la verdad, no parecía un científico. Es más, al investigar su perfil, las autoridades pudieron darse cuenta de que no más tenía su educación básica completa, figuraba que había tenido muchos trabajos como obrero, nada que ver con ciencias, que tenía varios hijos con diferentes apellidos maternos, que demostraba inestabilidad en conseguir parejas.

Habló, pero nadie entendió lo que salió de su boca. Sus ojos estaban rojos, llenos de lágrimas, empezó a sentir la presión de sus pulmones, el hervor en la respiración, miró sus uñas que estaban moradas, se sentía sin aliento. Estaba en una crisis de asma producida por el estrés de su situación. Ya que su inhalador también había sido confiscado junto a sus instrumentos, trató de calmarse, tomando aire profundamente para contestarle al sargento, así:—Me vi obligado a incumplir la cuarentena, que más bien parece un toque de queda, porque necesito hablar con el presidente, no quiero que mi descubrimiento se archive o sea inutilizado por la burocracia, por favor tráiganme mis pertenencias, especialmente mis medicamentos, no puedo morir, la humanidad depende de mí.

El sargento, con una mueca como de alegría al ver el estado crítico de su prisionero, le dijo:—Señor, por poco lo damos de baja. Nadie puede romper la seguridad de este santuario, y menos en la precaria situación actual, el mundo se llenó de cadáveres, uno más no haría diferencia, como pretendía entrar como Pedro por su casa y con esos instrumentos tan rimbombantes. La verdad, yo ordené su neutralización, empero, los soldados prefirieron capturarlo. Esa falla me sirvió para ordenar su cambio. No estamos para debilidades, el mundo ya no es el mismo, no podemos tener dudas ni flaquezas. Sin embargo, al civil se le revisaron sus instrumentos y aquí se los devolvemos.

Dicho esto le entregó una caja con sus pertenencias en pedazos, su sonrisa macabra se agrandaba, se le escapó una carcajada cuando recordó que había botado el inhalador a la basura. El desespero de Estiben se ahondó al ver sus utensilios estúpidamente rotos; era inexplicable aquella destrucción de unos aparatos fácilmente desarmables. Empezó a sufrir un paro respiratorio cuando en la caja no encontró ni su inhalador y ni su celular, empeorando aún más por el comentario sarcástico del teniente pidiéndole que le hiciera la famosa demostración para ver si lo llevaba a ver al primer mandatario. Inconsciente, cayó al piso, observando al militar carnicero carcajearse duro.