❝Era el alta mar lo que me atraía, o tal vez tu empuñadura en la espada, aquella filigrana de oro y plata que hacía juego con tu carácter. Eras libre, tu pasión era el océano y el mío enamorarme de la idea mediocre y sublime del amor. Eran tus ojos cual pólvora, los que me hacían desear aquello prohibido, y aunque tu corazón le pertenecía al mar yo luchaba por este. Era el horizonte hacía dónde tus deseos se dirigieron y en donde me encontraste, que descabellado era el destino que te enamoraste de otra diosa, entre las rocas donde el mástil de tu amado barco golpeo, estrellándose en lo profundo y negro de mí corazón. Y es aquí dónde depara mí cuerpo, que las olas trajeron ante el caribe eterno y dulce, dulce victoria es la muerte para aquellos cobardes de los que los piratas temen.❞
La lluvia mojaba mi vestido, mientras corría todo lo que mis piernas podían, hacia aquel pequeño bote que me daría la libertad anhelada; la boda de mi hermano mayor apenas había concluido hace pocas horas, y pronto estarían buscándome para llevarme ante la presencia de Mourice Cayman, un marinero ejemplar que pretende desposarme. Las ganas de vomitar aparecieron al recordar todo lo que estaba ocurriendo a mí alrededor, estaba huyendo de mi familia pirata para poder yo convertirme en una. Cerré mis ojos al escuchar mi propio pensamiento estúpido. Mi padre, Will, odiaba la idea de que me convirtiera en una, suficientes problemas tenía con un tal Davy Jone, para tener el de su hija rebelde intentando hurgar las narices donde no debía; yo sabía de alguien que le podía ayudar, pero mi padre era necio en pedir su ayuda al capitán Jack Sparrow, quien ahora comandaba el Perla Negra. Su reputación lo persistía y perseguía, solo dejaban a un solo sobreviviente para contar su historia, pero yo no sería una sobreviviente más.
Mientras sostenía el timón, miraba como me alejaba de aquella isla donde vivía, y como el farol se hacía cada momento más pequeño hasta desaparecer en la densa niebla que se formaba en el mar abierto. Suspire pesadamente mientras recordaba como habia ideado este plan desde hace una semana, poco a poco fui guardando las provisiones y escondiendo un poco de ropa de hombre, tenía todo planeado para escapar, claro que este bote era como un barco pequeño, un barco como tal jamás lo hubiera desembarcado yo sola. La lluvia paro, por lo que rápidamente baje hacia el pequeño resguardo, y me cambie, tome los pantalones entallados y sueltos de mi hermano, y una blusa fajada, proseguí a ponerme unas botas que me llegaban a mitad de mis piernas y un saco de mi padre, de color negro. Amarre mi cabello y me puse una banda que tapaba la mitad de mi frente, junto a un sombrero. Sabía que si tomaba las direcciones correctas llegaría a toparme pronto con el perla.
Tome el timón, sabía que cuando volviera tendría serios problemas con mi familia, pero le había dejado una nota a mi madre, aunque sabía que no era suficiente, yo sólo tenía veinte años. El sol se levantó, dejándome ver el horizonte próximo; me estoy acercando a ti, Jack Sparrow.